El robot equipado para fotografiar y filmar el pecio.

Nosotros no somos cazadores de tesoros. Utilizamos bases científicas para documentar historias». Quien habla es Manel Matés, integrante de la asociación Argo Maris dedicada a la arqueología subacuática y otros temas científicos relacionados con el mar. Hace unos años, Jordi Monjo, uno de sus colaboradores, escuchó la historia de un pescador ibicenco que cada vez que faenaba por Formentera se encontraba trozos de ánforas. Un día decidió acompañarlo y constató que allí podía haber algo interesante. «Hace dos años tuvimos las primeras noticias por parte del pescador y el año pasado hicimos la filmación del pecio», explica Matés, sobre las primeras imágenes del pecio cargado de ánforas que captaron con avanzados sistemas robóticos de investigación subacuática y que hace unos días volvieron a revisar para constatar su buen estado de conservación.

Lo hicieron a bordo del Bon Geni, un barco técnico de 18 metros de eslora propiedad de Argo Maris que ha sido construido en un astillero holandés para Josep Quera, coordinador de la asociación. «Es un barco de prospección para hacer topografía subacuática. A través de una onda muestra el relieve topográfico del fondo marino y te permite encontrar anomalías. Para ver esa anomalía se utiliza un robot que baja hasta 150 metros de profundidad que te permite saber de qué se trata gracias a una cámara de vídeo y de fotografía que lleva incluidas», destaca, acerca de los innovadores medios que utilizan, y que a través de esa captura de imágenes les ha permitido aventurar unas primeras especulaciones: «En el pecio hay dos o tres tipos de ánforas que provienen del norte de Àfrica, Bética y Lusitania. Pero lo que hemos hecho es confirmar que está bien aunque del barco ya queda poco porque es una estructura de 1.600 años. Lo que queda es la carga, un cúmulo de ánforas que en su primer capa está rota porque el pecio está ubicado en una zona donde pasan barcos arrastreros», comenta Matés, acerca de la ubicación del pecio que intentan mantener en secreto.

Según este joven, el equipo de Argo Maris está compuesto por un grupo de personas cuyo hobbie es la arqueología submarina. Cada uno está dedicado a sus propios trabajos, como es su caso, el de profesor de universidad en la carrera de empresariales, aunque todos se hacen un hueco también a documentar historias como ésta. Y en este mismo caso, una vez encontrado el pecio, la asociación confirmó su interés con el Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña, con el doctor Xavier Nieto, y lo siguiente fue presentar el proyecto a Joan Ramon Torres, responsable de arqueología del Consell Insular. Tras consultar también con Luc Long, del Centro de Arqueología Subacuática de Marsella, donde se especializan en robótica submarina, y formar el equipo de técnicos que se embarcaría en el Bon Geni, los miembros de la asociación lograron lanzarse al mar y tomar las imágenes: «Lo innovador que tiene este proyecto es que hasta ahora no se había hecho nada parecido con la colaboración entre la administración pública y una empresa privada, que en este caso es Argo Maris, por otro lado, no se había hecho ningún proyecto en España con robot de arqueología subacuática, y en tercer lugar, hasta ahora no se había trabajado a esa profundidad», agrega Matés.