La mayoría de los centros educativos que ayer celebraban el Día
del Libro tenían "El Quijote" como elemento principal. Pero si
había alguno que estaba obligado a prestarle una atención especial
era el colegio Cervantes de Sant Antony de Portmany. Profesorado y
personal prepararon una jornada repleta de actividades para rendir
homenaje al autor de la obra, que da nombre a la escuela. Durante
todo el año han venido organizando actividades para conmemorar el
IV centenario del libro símbolo de la literatura castellana, y ayer
no podían quedarse atrás.
Repartidos en talleres, los niños -que tienen de 3 a 12 años de
edad-, realizaban manualidades y juegos que tenían personajes y
elementos de la obra como protagonistas. Con cartulina y rotulador,
algunos de los más pequeños se empeñaban en reproducir los molinos
de viento que tantas alucinaciones provocaron al protagonista de la
novela. En el mismo aula, otro grupo se esforzaba por colocar de
manera adecuada los grandes cubos de madera del rompecabezas que,
convenientemente reunidos, formaban la imagen de algunos de los
personajes. Los pasillos estaban decorados con motivos cervantinos,
y las profesoras no dudaron en disfrazarse de Dulcinea. Pero la
imagen más real era la que ofrecía Vicente Hernández, el
secretario, que escribiendo en su despacho parecía el mismísimo
Cervantes.
Los más mayores participaban en una variación gigante del juego
de la oca. Un gran dado determinaba el número de casillas que
tenían que avanzar mientras que los profesores les realizaban
preguntas relacionadas con la obra o el ambiente de la época en la
que fue escrita.
Una forma de lo más divertida de aprender fuera del aula y que
ayudará a los alumnos a tener presente siempre la obra más
importante de nuestra literatura. Iván Muñoz
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