La playa de Santa Eulària presentaba ayer tarde este aspecto.Fotos: MARCO TORRES

La última cosa que se le puede pasar a alguien por la cabeza cuando piensa en Eivissa es el hielo. La isla es promiscua en paisajes de postal: calas paradisiacas, arenas coralinas y atardeceres de oro. Pero el único manto blanco que se repite todos los años es el de los inmensos campos de almendros en flor de los campos del interior.
Ayer, el álbum que es nuestra memoria se vio aumentado con nuevas instantáneas que sólo se repiten una vez cada muchos años. La ola de frío polar que azota el país trajo consigo precipitaciones en forma de nieve. En Eivissa, los que por la mañana nos asomábamos a la ventana podíamos comprobar, no sin antes frotarnos los ojos, cómo unas minúsculas y ligeras motas blancas bailaban en el aire. Suceso que a primera hora de la tarde se volvió a repetir con más fuerza.

En otras localidades, como Santa Eulària, caían de forma más intensa y llegaban a cuajar en el suelo. Las estampas eran insólitas: playas cubiertas por un manto de algodón, niños en la calle tirándose bolas de nieve y otros no tan pequeños perplejos. Y es que es necesario tener una cierta edad para recordar la última vez que el gélido elemento hizo acto de aparición con tanta intensidad por estos lares. Veinte años como mínimo. Y por lo menos cien para haberlo visto tres veces. No es extraño por tanto que ayer fueran muchos los que sacaran sus cámaras fotográficas a pasear, o que usaran su teléfono móvil para contar en directo a ese pariente o amigo de la península lo que estaban viendo.

Pero al margen de su plasticidad, la jornada fue dura. Los termómetros marcaron durante todo el día temperaturas no muy lejanas a los cero grados, cota que se alcanzó poco después de esconderse el sol. El viento contribuyó a que la sensación térmica fuera mucho menor. Y sin hablar de la subjetiva, esa que sentimos cada uno de nosotros; no podemos olvidar que hace apenas tres días gozábamos de temperaturas primaverales.
La manga corta y las gafas de sol han dado paso en cuestión de horas a bufandas, guantes, gorros y abrigos de piel.