La primera vez que hice brular un corn me rompí los labios»,
comenta divertido Vicent Marí Guasch, un conocido pescadero
ambulante que se mueve por Sant Joan, Sant Miquel y Santa Gertrudis
de martes a sábado. Autodidacta en lo que a corns de brular se
refiere, Vicent lleva más de tres décadas acercando el pescado
fresco de la isla a decenas de personas de la zona norte y centro
de la isla en poblaciones en las que no hay pescaderías.
Al igual que los pocos compañeros de profesión que se dedican a
la venta ambulante de pescado en Eivissa, Vicent utiliza ecorn para
convocar a sus clientes. «Es la señal y la forma de avisar de que
ya estoy aquí. Cuando llego al lugar cojo ecorn y lo hago sonar
para que la gente venga a comprar pescado», comenta Vicent, que
también tiene un puesto en el mercado de Santa Eulària, y que
regenta junto a su mujer.
Una vez estacionada su furgoneta isotérmica y hecha la señal,
Vicent saca su mercancía a la calle para mostrar sus brillantes
tesoros: doradas, boquerones, chicharros, rotges, calamares, sepias
y pulpitos entre otros manjares marinos que no pasan desapercibidos
para los que pasan por el lugar.
Ayer finalizó su ruta en la Plaza de la Iglesia de Santa
Gertrudis, lugar que visita un par de veces a la semana.
«Normalmente empiezo a las 8,30 horas en Sant Miquel y para las
10,00 aproximadamente me voy a Sant Joan para, un par de veces a la
semana, acercarme hacia las 13,00 horas hasta Santa Gertrudis»,
relata este pescadero que prefiere vender el pescado con su
furgoneta a estar en el puesto de la plaza de abastos de Santa
Eulària. «Me gusta moverme. Así el trabajo se hace mucho más
entretenido», confiesa mientras atiende a uno de sus clientes.
E.Estévez
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