Alas cuatro y media de la tarde del martes el avión de la casa real jordana, un impresionante jumbo que lucía en su cola una brillante corona real de oro, aterrizó en la base aérea de Son Sant Joan. A bordo iban el rey de Jordania, Abdalá ibn el Husayh, Abdalá II, y su esposa Rania. Les acompañaban sus hijos Hussein, Imán y Salem. ¿Venían a celebrar a Mallorca su décimo aniversario de boda? Podría ser, pues el próximo día diez de los corrientes se cumplen los diez años de matrimonio. Aunque está claro que la familia real jordana llegaba a Mallorca a descansar, tras días ajetreados de reuniones y cumbres buscando la paz en Oriente Medio. Pero no crean que llegó sólo la familia, tras ellos un séquito de casi un centenar de personas, 23 coches de lujo, tres autocares para el personal, dos camiones de mudanzas para trasportar las maletas y el equipaje, además de un amplio despliegue militar y del cuerpo de la Guardia Civil Española. El trayecto desde la base militar de Son Sant Joan, hasta el yate de Puerto Portals fue tan impresionante como que la comitiva despistó a más de un conductor al ver tal espectáculo. El rey Abdalá II y su mujer Rania disfrutaron las primeras horas de estancia en la Isla en la parte del puente de dicho yate, observando el paisaje y refrescándose con un aperitivo. Amarrado en el mismo pantalán, otro impresionante yate, pero este, con un piso menos, pues es el del servicio.