Nos dicen que siempre llegamos tarde a los sitios, pero es que si llegásemos antes seríamos como Aramis Fuster», comenta uno de los bomberos que trabajan en el Parque Insular de Bomberos de Eivissa, que actualmente cuenta con una plantilla de 34 profesionales. La mayoría han elegido esta profesión, arriesgada y dura, por vocación y son conscientes de que de ellos depende en ocasiones, no sólo la vida de los demás, sino la suya propia. Entre los profesionales de Eivissa, todos ellos hombres, hay gente como Miguel, Bruno, Vicente, Mamerto, José Miguel y Raúl; ellos forman uno de los equipos del parque, entre los que hay veteranos como Bruno, que lleva más de dos décadas en esta profesión, o noveles como Mamerto, que entró en el cuerpo el pasado mes de septiembre, junto a otros ocho compañeros que consiguieron una plaza después de muchos años sin que se viesen caras nuevas en el parque. Cada nuevo turno de 24 horas empieza a las 08,00 horas, con la llegada de un grupo de, al menos, seis bomberos. Esta vez les toca a José Miguel, Mamerto, Bruno, Vicente, Raúl y al jefe de bomberos, Miguel Sevilla. La rutina manda y lo primero que hay que hacer es repartir los 14 vehículos con los que cuenta el parque y constatar que todo el material funciona correctamente. Sobre las 09,30 horas más o menos, suelen sentarse a desayunar en la sala de descanso y charlan sobre lo que han hecho en su día libre o sobre la última salida que hubo en el parque, conversación que normalmente se acompaña de la información aparecida en la prensa. Comienza la espera. «Tenemos que estar siempre preparados, pero si no nos llaman mucho mejor, porque eso significa que no hay nadie en peligro», dice Bruno, quien después de 21 años como bombero ya ha visto casi de todo. «En esta profesión lo principal es que tienes que pasar de 0 a 100 en un momento; por eso, aunque no hay que ser un monstruo musculoso como se cree algunos, si que hay estar en forma», añade. Por eso, el entrenamiento físico comienza después del desayuno, con las clases prácticas. Las instalaciones del parque están preparadas para realizar simulacros en la torre del patio (que por cada uno de sus lados se asemeja a una fachada distinta), maniobras de conducción e incluso representaciones de falsos incendios, una actividad cada vez menos habitual porque el humo provoca quejas de los vecinos. Sara Yturriaga