EUGENIO RODRIGUEZ Un verano más la falda de la montaña de sa Talaia, en Sant Antoni, acumula basura por doquier, desde escombros de construcción, hasta montones de botellas de cristal. Pese a que se trata de una de las zonas preferidas de los jóvenes para la práctica del llamado botellón, ésto no explica las cantidades industriales de vidrio que se esparcen entre los claros de la maleza.

Los vertidos clandestinos de basura parecen ser una práctica habitual en este espacio verde, que cada vez acumula más desechos pese a los intentos del Ayuntamiento por mantenerlo limpio. Fue en marzo cuando tres operarios de la empresa concesionaria del servicio de limpieza del municipio, Focsa, llevaron a cabo la última limpieza a fondo de este espacio boscoso.

El concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Sant Antoni, José Ramón Serra, reconoce que es muy complicado mantener a raya esta zona: «Aunque hay un policía dedicado exclusivamente a evitar este tipo de infracciones, es muy difícl controlarlo. Además, en esta época del año no podemos quitar a los operarios que están trabajando en el pueblo para que limpien sa Talaia. Por eso, cuando acaba la temporada hacemos una limpieza a fondo», dice José Ramón Serra.

No obstante, el edil avanza que esta semana ordenará una intervención rápida para que se retire la mayor parte de los escombros que se amontonan entre la vegetación y que son un peligro para los viandantes que pasean por la zona, sobre todo para los niños que la frecuentan para jugar. Aparte de los restos de obra, cristales y otros desechos que obstaculizan el paso, se puede ver un amasijo de hierros oxidados de lo que en su día fue un coche y que lleva ya algunos años abandonado en medio del bosque.