En una isla, el puerto representa el centro de todo el engranaje económico y, por tanto, vital para sus habitantes. Eivissa y toda su evolución histórica y social han estado íntimamente ligadas al desarrollo de las instalaciones portuarias. «Por aquí entra la mayor parte de la mercancía de las Pitiüses, mucha más de la que se consume, por eso es un punto neurálgico en la ciudad», señala Jorge Martín, jefe de división del puerto. Martín explica que las instalaciones ibicencas se quedan pequeñas, aunque también cuentan con la ventaja de que están abiertas al público que puede pasearse por las mismas, algo que para el personal que faena a diario en los distintos muelles puede ser un serio inconveniente.

El personal fijo con el que cuenta la Autoritat Portuària asciende a una veintena de personas entre encargados, jefes de equipo, oficiales, conservadores, mecánicos, personal administrativo, ingenieros y prácticos, a los que hay que añadir una quincena de celadores, que se encargan de la vigilancia y seguridad de todas las instalaciones.

Sin duda es a pie de puerto donde se ve el movimiento y labor que realiza cada uno de los grupos de trabajo: desde los prácticos, que son los que asesoran a los capitanes en las maniobras de atraque, hasta la brigada de mantenimiento y conservación. Ésta última está formada por Vicente Ribas, Enrique Sánchez y Àngel Prieto, que hacen de todo. «Arreglamos todo lo que se rompe y hacemos de albañiles, electricistas o fontaneros, así que no resulta para nada monótono; variamos mucho y todos nos respetamos en esta ciudad en miniatura que es el puerto», explica Àngel, que forma parte del equipo desde hace 3 años.

Bartolomé Juan está al mando del remolcador del Puerto desde hace seis años, después de pasar por los puertos de Palma y Sant Antoni. «El de Palma es mucho más complicado que el de Eivissa para trabajar», revela este marino que presta sus servicios sobre todo con mal tiempo. «Cuando los barcos se averían tenemos que ayudarles a atracar y desatracar. Nuestra nave tienen 1.100 caballos de potencia y puede tirar hasta 15 toneladas. Es un barco pequeño pero con mucha potencia que está alerta las 24 horas», señala.

El colectivo de los estibadores es otro de los de mayor presencia en las instalaciones portuarias. Funcionan de manera autónoma a través de la Sociedad Española de Estiba y Desestiba y se encargan de la carga y descarga de mercancías de los barcos. «Entramos en los barcos con unos tractores y sacamos los remolques», resume Mariano Moreno, uno de ellos. Para desempeñar su labor se valen de carretillas elevadoras y 'mafis', unos tractores con los que remolcan las plataformas.

Del apartado de vigilancia se encarga un equipo de celadores capitaneados por Antonio Gordillo. El jefe de celadores coordina y organiza el servicio de guardamuelles que es el que lleva la vigilancia del puerto en colaboración con el resto de fuerzas de seguridad. También controlan el cumplimiento de las tarifas de las declaraciones de peso y de todo lo que pasa por el puerto. Los amarradores son otros de los componentes del equipo humano del Puerto. Roberto Fernández es uno de ellos. A lo largo de todo el año se encarga de amarrar los barcos del transporte de pasajeros de Formentera y ayuda a colocar las rampas por las que suben y bajan los viajeros de este servicio durante el turno de mañana.