El Colegio Público Cervantes, en Sant Antoni, organiza desde hace ya muchos años el denominado Día del Centro, que en cada curso se dedica a un tema en concreto. En esta nueva edición el ámbito elegido ha sido Eivissa, sus costumbres y su cultura. Por eso ayer, durante toda la mañana, los alumnos del colegio recorrieron cada uno de los cuatro talleres que se habían organizado y que repasaban distintos aspectos de la cultura y las tradiciones de la isla. La directora del centro, Ana Mª Andrés, explicaba que «con esta iniciativa se pretende conseguir que los alumnos conozcan más aspectos de nuestra comunidad».

El recorrido comenzaba en el taller de puzzles. En él, los niños debían montar diferentes mapas: de las Pitiüses, de Balears, de España y de Europa. Tras escuchar las explicaciones de los monitores sobre la situación de cada uno de los montajes respecto al que le antecedía o le seguía, tenían unos cinco minutos para dar forma al montón desordenado de piezas. Una vez insertadas todas ellas, los chavales eran rápidamente evaluados sobre sus conocimientos de geografía. Mientras el lúdico examen se limitaba a España, las respuestas salían de sus bocas sin titubeos, pero cuando las preguntas se acercaban a países como Letonia y Lituania, los dedos comenzaban a quedar suspendidos en el aire.

Tras la dura prueba sonó la sirena que cada 20 minutos marcaba la rotación de los diferentes grupos por cada uno de los talleres. Los que abandonaban los mapas gigantes se acercaban hasta el taller de cocina donde dos profesores les explicaban cómo se prepara una amanida payesa. A partir de unas simples indicaciones los niños se encargaron de pelar las patatas y los huevos hervidos y añadir los pimientos, la sal y el aceite. «Hay algunos que dicen que no les gusta y no comen, pero hay otros que se ponen morados», asegura la directora. Sandra, de nueve años, no come muy a su pesar. «Tengo las anginas inflamadas y no puedo tragar, pero sí que me gusta. Aunque para mí el mejor taller es el de los juegos en el patio», aclara.

Una de las características de la organización de esta instructiva jornada festiva es que los alumnos más mayores, de unos 12 años, se encargaron de acompañar y de ayudar a los más pequeños. Así, Irene, una alumna de 4º curso de 10 años, vigilaba cómo Julio, Estefanía, Ainhoa y Laura construían un calatrec musical sirviéndose de fragmentos de cañas. «Yo les ayudo porque además no puedo ir a todos los talleres porque tengo el pie escayolado», decía Irene.

«El calatrec es un instrumento que antiguamente los pastores utilizaban para entretenerse y para burlarse de los sonadores de castañetas», explica la profesora de música, Peligros. Con las cañas, una lima, hilo y una lengüeta se construye un diminuto instrumento que se toca como si de una tecla de piano se tratase y que emite un sonido hueco. «Dependiendo de si la caña está más o menos verde, el sonido será diferente», aclara Ana Mª Andrés, la directora.

La última parada del recorrido conduce a los chavales al exterior del colegio. Tal vez sea la actividad favorita entre los niños porque en este taller se incluyen cuatro juegos diferentes en los que los chavales pueden exteriorizar su energía dando saltos y brincos, algo que no pueden hacer en los otros tres casos. En un primer momento los profesores pensaron en reproducir algunos de los juegos más tradicionales de Eivissa. «Para eso nos pusimos en contacto con un ibicenco que conoce muy bien esas costumbres y que vive en Can Ildefonso de Sant Agustí. Lo que pasa es que todos los juegos eran muy agresivos, en todos se pegaban. Al final decidimos escoger otros juegos y adaptarlos informándonos con libros», puntualiza la responsable del centro.

El pollito inglés, el conejito escondido, los bolos y el escarabajo bum bum fueron las elecciones definitivas. Elecciones que a simple vista parecían entusiasmar a los chavales. Toda una mañana de la que los alumnos del colegio Cervantes hablarán durante varios días y que deben agradecer no sólo a los responsables de este centro de enseñanza que han ideado la iniciativa, sino también a colaboradores como la APA del colegio, el Ayuntamiento de Sant Antoni, Pepsi y las Bodegas Prats.