La tradicional procesión recorrió los remozados accesos al Puig de Missa. Foto: KIKE TABERNER.

La subida al Puig de Missa resultó ayer para la mayoría de los feligreses de Santa Eulària un tanto especial. Después de los recién estrenados caminos que llevan al lugar más alto y sagrado de la localidad, la niebla deslució y hasta restó importancia durante gran parte de la mañana a los diferentes actos que se fueron sucediendo en el interior y aledaños del templo.

La misa solemne oficiada por el obispo de la diócesis de Eivissa y Formentera, Agustín Cortés, acompañado de una decena de sacerdotes procedentes de distintas parroquias de la isla, congregó a numerosas personas y autoridades, entre las que se encontraban además del alcalde, Vicent Guasch, y la presidenta del Consell, Pilar Costa, el senador Enrique Fajarnés, la consellera de Cultura, Fanny Tur, y parte de la Corporación de Santa Eulària entre otros. Fuera, en el porxo, los componentes de la Banda de Tambores y Cornetas y las Majorettes calentaban motores y daban ambiente festivo al lugar al que se acercaron decenas de vecinos con ganas de disfrutar de la jornada de fiesta local.

Mientras que una treintena de voces del Coro Parroquial junto con los componentes de la Colla Es Broll ponían música al acto religioso, en el exterior del templo la gente intercambiaba saludos y se preparaba para, disimuladamente, tener una buena posición para ver pasar la procesión y tener fácil acceso a las bandejas de orelletes y magdalenas ibicencas que circularon cuando los bailarines de Es Broll actuaron en la explanada anexa a la iglesia.

Entre los componentes de este grupo folklórico de Santa Eulària llamaron la atención algunas de las jóvenes que tapaban sus respectivas cabelleras con una mantilla antigua que se utilizaba en ocasiones especiales como la de ayer. De color blanco y ribeteada en negro, esta prenda se usaba únicamente para asistir a misas y procesiones en días señalados. Fue la magnífica actuación de los componentes de esta agrupación la que consiguió atraer los primeros rayos de sol de la jornada y desentumecer el ambiente en el que el ví pagès y los bunyols endulzaron el acto seguido por numerosos excursionistas del Imserso que se encuentran de vacaciones en la isla.

Paralelamente, en la playa del Paseo Marítimo los más pequeños disfrutaron a lo largo de toda la mañana y tarde de pequeños ascensos en globo. Los niños, sorprendidos por las grandes dimensiones del globo aerostático, esperaron pacientemente su turno para subir a la cesta del globo de 1.800 metros cúbicos de vela, 20 metros de largo y 48 metros de perímetro. Sólo durante la mañana la nave contó con la visita de 150 pasajeros que disfrutaron con las vistas de su pueblo a 20 metros de altura.