La plaza del Parque ha ganado en los últimos años una actividad
proporcional al número de comercios y negocios de hostelería que
han ido abriendo sus puertas en este céntrico enclave. Pero,
paralelamente, también han ido en aumento los problemas que afectan
tanto a vecinos como a comerciantes, que reclaman al Ayuntamiento
de Eivissa una mayor atención para preservar uno de los rincones
con más encanto del municipio. Hasta hace poco tiempo, los
problemas que sufría la zona eran casi exclusivos de la temporada
veraniega, pero por distintas razones las quejas han pasado a ser
continuas y no sólo estacionales. Estas son algunas de las
preocupaciones que se han manifestado en los últimos meses.
La clausura del edificio construido en el solar de la antigua
plaza de toros ha provocado el desplazamiento de un número
importante de heroinómanos a los alrededores de la plaza del
Parque. Durante todo el verano se han producido quejas porque un
agujero situado justo detrás de la plaza, en el pie de la muralla,
se ha convertido en un lugar habitual para los toxicómanos, que
tienen un hueco confortable, resguardado e iluminado donde
pincharse. «Se han llegado a juntar hasta quince personas
simultáneamente», denunció un comerciante de la zona. En los
últimos días se ha empezado a trabajar para tapiar el agujero, pero
los vecinos creen que esta solución no será muy efectiva porque
sigue quedando bastante espacio libre. Por ello, algunos apuntan la
posibilidad de convertir ese trozo de terreno en un jardín de
cactus, que impediría que la zona siguiera siendo punto de reunión
habitual como es en la actualidad.
Los vecinos y comerciantes de la plaza del Parque tampoco están
precisamente satisfechos de que en los alrededores se encuentre la
única farmacia que dispensa metadona a los toxicómanos. Afirman que
alrededor de este tratamiento se genera un «mercadeo» de
sustancias, un negocio de compra-venta, porque algunas de las
personas a las que se dispensa este medicamento escupen las
pastillas y las venden. Muchos vecinos entienden que no es lógico
que el punto de venta de la metadona esté justo al lado de la
principal zona de tráfico de heroína de la isla y proponen que se
traslade a las instalaciones del Patronato de Salud Mental, en el
barrio de Cas Serres.
Evidentemente, este tipo de problemas se verían minimizados si
la zona tuviera una mayor presencia policial. «Últimamente ha
bajado mucho, aunque en julio, por ejemplo, la cosa había mejorado
bastante», explicó un propietario de la zona. Los negocios que más
problemas sufren son los que tienen terraza, que a menudo ven cómo
sus clientes son importunados o tienen que soportar determinados
«espectáculos» callejeros que no resultan muy agradables. En los
últimos tiempos la venta ambulante y las exhibiciones de alguna
habilidad han pasado a convertirse casi en extorsión y muchos
turistas han pasado por una situación incómoda al verse claramente
presionados para dar dinero a cambio de nada.
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