Todo empezó con el conflicto entre ecologistas, empresarios y la
población local sobre la utilización de la turba para la producción
del whisky. La manera de encontrar un acuerdo entre estos sectores
fue el origen del proyecto Cadispa (Conservación y Desarrollo en
Areas Populares Diseminadas) que expuso ayer Geoff Fagan, de la
Universidad de Strathclyde de Glasgow, durante su intervención en
el curso sobre animación sociocultural en un mundo sostenible de la
II Universitat d'Estiu que se celebra en Eivissa. El proyecto de
Codispa se sustenta en tres pilares: desarrollo económico,
ambiental e implicación de la población local. En el resto de
países, sin embargo, tiene que ver con la preservación del medio
ambiente.
El conflicto de la turba transcurrió «en un clima de tensión y
hostilidad», recuerda Fagan. Frente a las ideas del sector
industrial, que defendían el derecho a explotar para mantener la
economía; los ecologistas pedían lo contrario y la población
«estaba en el medio, luchando por mantener su trabajo, porque si no
había industria del whisky se perdía el empleo». Las diferencias se
solucionaron, «pero los ecologistas perdieron el debate». Ante este
conflicto inicial, que 14 años después resulta anecdótico, Fagan
defiende la necesidad «de prevenir las crisis y que el diálogo se
establezca antes de que sea un problema».
Al contrario de aquella experiencia donde fue necesario
intervenir en una crisis para llegar a un consenso, Fagan subraya
que Cadispa se centra ahora en «trabajar para prevenir posibles
crisis sobre temas que necesitan consenso». El trabajo de la
universidad consiste en investigar las necesidades de los 22
proyectos que supervisan como, por ejemplo, darse de alta o
asesorarles. Para la institución, supone una fuente de
investigación «porque se analizan procesos de aprendizaje a través
de estos colectivos», señaló.
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