«Tenemos muy desarrollado el sentido de la vista, pero muy poco los del olfato y el gusto». Esta es la percepción de Miquel Frau, coordinador del taller que trata de introducir en el conocimiento del análisis sensorial mediante el sabor de vinos y quesos de Balears. Frau enseñó a los ocho alumnos del curso a trabajar mejor las sensaciones olfativas y gustativas. La primera prueba, relativamente sencilla a priori para los alumnos del taller, consistía en distinguir los gustos de ácido, dulce, salado, amargo y nulo (agua sin mezcla) en cinco vasos donde previamente se había combinado el agua con estas sustancias gustativas.

La identificación de los diferentes gustos resultó mucho más compleja de lo que pensaban en un principio los ocho alumnos del taller que ofrece la Extensión Universitaria de Eivissa dentro de la oferta de la II Universitat d'Estiu. Para la identificación de los sabores, Frau describió el método para realizar esta distinción teniendo en cuenta las zonas de la lengua donde se encuentran las células del gusto. Aparte de los sabores básicos en la boca se pueden detectar las sensaciones de picante, astringente, ardiente, refrescante y metálico.

Una vez establecidas las diferencias y ampliados los conocimientos de los alumnos sobre el gusto, Frau enseñó el modo de identificar los olores, «el más difícil todavía», fundamental para apreciar mejor los atributos de un vino y distinguir uno defectuoso, cuando el olor es químico, a aquel que ofrece aromas frutales, florales o de especias. La última parte de la sesión, que proseguirá el sábado próximo, los alumnos del taller se centraron en identificar nueve clases de quesos, desde los más artesanos hasta el más industrial. Los alumnos del taller trataron de distinguir dos quesos ibicencos, uno de leche de vaca y otro de vaca; dos de Mahón, un manchego, un brie, un emental, un parmesano y un roquefort.