Cuando se supera la primera quincena del mes de septiembre, además de disminuir las llegadas masivas a la isla, los turistas que visitan las turistas ofrecen un perfil diferente al de los meses de julio y agosto. Si bien el colectivo 'clubber' encuentra aún un hueco para disfrutar de la noche en las discotecas de Eivissa, un paseo por las playas ayuda a comprobar el cambio sufrido en el perfil de bañistas que se acercan a ellas estos días. Las familias y las personas mayores aparecen con una mayor asiduidad. Ultima Hora Ibiza y Formentera se ha acercado por algunas de las playas del litoral ibicenco para comprobar cómo están un día cualquiera de la segunda quincena de septiembre.

Ver a un padre ayudar a su hijo a levantar un castillo en la arena o a una madre dar el biberón a su retoño a pie de playa no es tan difícil estos días. La costa recibe ahora a unos turistas más tranquilos que los de otros meses, cuya intención no es venir a la isla a salir de marcha, sino a disfrutar en familia del mar, el paisaje y de la tranquilidad de la isla. Con un acercamiento a alguna de las playas de Eivissa, como la de Sant Antoni, Platja d'en Bossa o ses Salines, se comprueba que el perfil de bañista ha cambiado en cuestión de una semana.

Los mayores se sientan bajo las sombrillas y emplean la mayoría del día para devorar las páginas de periódicos acartonados por el impacto de los rayos del sol o para leer algún libro. El turismo extranjero pesa más que el nacional pero eso no importa. La transformación de las playas -no sólo por la aparición de algas y el enturbiamiento del agua- se ha hecho notable en los últimos días. Los carritos de bebés se aparcan junto a las tumbonas y a las toallas donde los padres mientras tanto toman el sol.

Y es que, como comentaba un turista de origen inglés «es preferible venir a Eivissa en septiembre si tienes hijos. Ellos disfrutan más, es menos peligroso y te encuentras con otras familias. Nosotros por eso siempre venimos en estas fechas. La cosa cambia cuando tienes un hijo, antes era otra cosa, cuando venías con los amigos a pasarlo bien siempre elegías julio o agosto». Con la llegada del ocaso, los bañistas de la segunda mitad de septiembre se retiran, en silencio, a sus respectivos hoteles o apartamentos. Algunos van a cenar a un lugar tranquilo, donde sus hijos no se pongan nerviosos por la presencia de mucha gente. Al día siguiente espera otra jornada de sol, de agua,... Así hasta que se cumplen los días estipulados para la estancia vacacional en las Pitiüses.