Miguel Ríos a su llegada ayer al mediodía al aeropuerto de Eivissa. Foto: L. W.

Buenas noches, bienvenido, hijo del rock and roll...». El legendario cantante Miguel Ríos llegó ayer a Eivissa para sumarse a la larga lista de invitados que han recibido las Pitiüses en lo que va de verano. Sin embargo, hasta la fecha, del mundo de la música sólo había aterrizado hace unas semanas el solista italiano Albano.

Unas gafas de sol poco discretas y los atuendos propios de su filosofía rockera le delataban. Los pantalones vaqueros de toda la vida, una camisa abierta y una camiseta blanca debajo sirvieron para que su llegada despertara la atención de la gente que en ese momento se encontraba en el aeropuerto. Un lugar que no ha sido muchas veces frecuentado por Miguel Ríos, quien normalmente suele elegir la costa almeriense para descansar. Allí lo hace en Mojácar, una localidad similar a Eivissa en lo que se refiere al aspecto de sus casas y en las reminiscencias hippies que perviven en sus playas.

«No es la primera vez que vengo, me gusta mucho Eivissa». Miguel Ríos sólo pronunció estas palabras, mientras portaba el carrito con las maletas. Sin despeinarse y sin quitarse para nada las gafas de sol, el rockero más rockero de los años 70 y 80 se desvaneció entre el tumulto de pasajeros, maletas, autobuses y taxis.

Miguel Ríos fue capaz de encandilar a varias generaciones con sus ritmos contagiosos. Fue capaz de trasladar a una versión rockanrolera el himno de la alegría y saber contagiárselo a multitud de personas. A mediados de los ochenta presentó un programa en TVE basado en las retrospectivas musicales, «!Qué noche la de aquel año». Por allí pasaron grupos españoles formados en las décadas doradas del rock and roll, como Los Brincos.