En la terminal se llegaron a acumular hasta 4.000 personas, el límite de la capacidad del aeropuerto. Foto: KIKE TABERNER

El fin de la huelga del transporte discrecional no lo olvidarán fácilmente los 44.000 pasajeros que estaba previsto que ayer entraran o salieran de Eivissa a través del aeropuerto. Los retrasos acumulados en los vuelos eran tan grandes que ni siquiera el gabinete de prensa de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena) se atrevió a facilitar ese dato, al contrario que en días anteriores. Por ejemplo, hubo al menos un par de aviones que no salieron de la isla hasta 16 horas más tarde del horario programado, como uno que debía partir inicialmente a las 07:30 horas con destino Newcastle (Reino Unido).

La mayor parte acumulaba retrasos de cuatro horas de media. Eso en el mejor de los casos, pues no faltaban vuelos, como uno procedente de Manchester, que en vez de aterrizar a mediodía se aplazó su llegada hasta las nueve de la noche. Los vuelos con el Reino Unido fueron, con los de Italia (un par se cancelaron), los más castigados: Birmingham, seis horas; Gatwick, cuatro horas; Liverpool, tres horas...

Según Aena, hasta cuatro mil turistas llegaron a concentrarse en el interior del edificio (4.000 es, precisamente, la capacidad máxima de ese recinto), mientras un millar esperaba en una cola bajo un sol abrasador a que llegara un taxi, eso sí, sin protestar, con una serenidad y paciencia insólita y tutelados por unos guías turísticos que, en algunos casos, apenas han dormido cuatro horas desde el pasado viernes.

Durante la jornada, Aena reguló los vuelos dependiendo de la saturación del edificio de la terminal, dando prioridad a las salidas y desviando en lo posible el flujo a la franja comprendida entre las 12 y las dos horas de la noche, coincidiendo con el fin de la huelga y el inicio del transporte en autobuses de los turistas hasta los hoteles. En ese periodo estaba prevista la llegada de alrededor de 4.500 pasajeros.