La sal y la humedad han pasado factura a la iglesia de Sant
Francesc de s'Estany. Las blancas paredes del exterior contrastan
con el desolador aspecto de las dependencias de su interior, donde
el Ministerio de Medio Ambiente tiene la intención de habilitar un
centro de acogida de visitantes de la Reserva Natural de ses
Salines, un proyecto que lleva sobre la mesa un lustro sin que
llegue a materializarse.
Mientras los continuos trámites burocráticos engordan año tras
año el presupuesto de este proyecto (de los 50 millones iniciales
ya se ha pasado a 90 millones de pesetas), el párroco de esa
iglesia, Francesc Xavier Torres, que además es delegado diocesano
en la Comisión de Patrimonio, teme por el futuro de las frágiles
paredes del recinto religioso.
El proyecto contempla la posibilidad de rescatar la iglesia de
la irremisible decadencia a la que está condenada por el salitre
mediante la compatibilidad de su uso religioso con el de la
divulgación de los valores de la Reserva Natural. Así, la nave de
la iglesia se empleará tanto para oficiar misa como para ofrecer
conferencias y proyecciones. En la parte del coro, al que se accede
por una escalera, se prevé abrir varias ventanas, a modo de
troneras, para que desde ese lugar se pueda observar los
estanques.
El resto del recinto presenta un descuidado aspecto. El Obispado
emprendió hace años unas obras de mejora, pero ante su elevado
presupuesto y la perspectiva de que el Ministerio se hiciera cargo
de la rehabilitación, se pararon.
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