Una de las posibilidades que se barajan para reducir el ruido,
además de su insonorización, es la de conectar la planta a la
estación eléctrica de Gesa, contigua y menos ruidosa que la propia
desaladora.
Las protestas de los vecinos por el ruido que emite esa
instalación son continuas. El pasado mes de marzo, los servicios
técnicos del Ayuntamiento de Eivissa constataron que la desaladora
produce una contaminación acústica superior a la permitida en la
normativa municipal de medio ambiente. Se llegaron a medir ruidos
que superan el límite legal de los 65 decibelios y que alcanzan,
incluso, los 80. Ante esa situación, el alcalde de la ciudad, Xico
Tarrés, anunció a los vecinos de Puig den Valls que defendería ante
el Consorcio de Aguas la necesidad de buscar una solución que acabe
con la molestias que sufren. Los vecinos ya se habían dirigido
tanto a la institución municipal como al Consell Insular pidiendo
que se solvente el problema, como también habían planteado a los
equipos de gobierno anteriores sin recibir respuesta alguna, en una
queja que se alarga ya un lustro si que se ponga remedio a la
situación. El Ayuntamiento ibicenco también se puso en contacto con
los responsables de la desaladora, a los que remitió una copia del
informe de los servicios técnicos municipales.
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