En el aeropuerto, el grupo de cinco ibicencos que regresó ayer por la tarde a Eivissa tras un largo período en Argentina.

ÓSCAR DELGADO Emoción desmedida. Este sentimiento impregnó ayer a los cinco ibicencos que regresaban del lugar al cual emigraron hace muchos años en Argentina. La nostalgia se convirtió en reencuentro pasadas las cuatro y media de la tarde. Multitud de familiares esperaban en el aeropuerto de Eivissa a que aparecieran por la puerta de la sala que correspondía a la llegada de un vuelo procedente de Palma de Mallorca, donde han estado cinco días. Ahora tendrán tres para disfrutar de la compañía de sus allegados y para comprobar la metamorfosis que ha sufrido la isla a lo largo del período en el que han estado ausentes.

Durante años la correspondencia ha sido el único vehículo que ha unido a los emigrantes con sus familias. Pilar Escandell, José Ramón Riera, Maria Ester Marí, Miguel Escandell y Maria Ferrer sustituyeron ayer el bolígrafo y los folios por los besos y los abrazos. Tanto ellos como los que les esperaban perideron por unos instantes la noción del tiempo. La incredulidad producida por el reencuentro provocó los llantos incontenidos. Y es que, como es el caso de Maria Ferrer, han pasado 47 años sin verse. «Según me han contado mis hermanos, Eivissa ha cambiado mucho durante mi salida. Creo que lo que antes era campo de almendros hoy son construcciones», explicaba Maria sorprendida. En el aeropuerto se encontraba para recibirles Vicent Tur, vicepresidente del Consell Insular, que aguardó a que los emigrantes se reencontraran tranquilamente con su familia para darles la bienvenida.

Ahora les esperan tres jornadas muy intensas. Tendrán que acudir a actos institucionales, comprobar el estado actual de la isla y, a la vez, contar cómo es el pueblo argentino a los allegados. Bienvenidos a casa.