Las tradiciones estuvieron presentes en la mayoría de las celebraciones que se realizaron ayer en las Piiüses. FOTO: KIKE TABERNER.

Una gran multitud de personas "en su mayoría extranjeros, aunque tampoco faltaron los ibicencos" se pasaron ayer por el paseo de Figueretes para participar en la única actividad organizada por el Ayuntamiento de Eivissa con motivo del Día del Turista.

Desde las doce del mediodía varios funcionarios municipales despachaban pequeños pero continuos chupitos de licor de hierbas Mari Mayans desde una mesa habilitada por el Consistorio. Desde ese momento, el gentío que comenzó a congregarse en el lugar fue en aumento hasta llegar a más de un centenar de personas, muchas de las cuales preguntaban tímidamente si lo que se repartía era gratis o no. Una vez despejada la duda, las botellas comenzaron a vaciarse a una velocidad de vértigo.

A las doce y media, sa Colla de sa Bodega ofreció una pequeña ballada para todos los asistentes, que la agradecieron con sonoros aplausos. Decenas de turistas aprovecharon la actuación para tomar un buen par de fotografías. Especialmente, a la pareja de balladors más jóvenes, que no sobrepasaban el metro y medio de altura.

Unos instantes después, el concejal de Turismo de Eivissa, Maurici Cuesta, entregó una placa a Josep Escandell Escandell, empleado durante más de tres décadas en el sector de la hostelería, al servicio de los turistas, y que ha pasado por locales tan emblemáticos como el bar «La oveja negra», la Cafetería Alhambra o el Hotel Montesol. El Ayuntamiento aprovecha siempre esta jornada para homenajear a un empleado ibicenco que haya trabajado durante un mínimo de 30 años de cara al público.

Tras este emotivo homenaje, los funcionarios comenzaron a repartir entre los asistentes pequeñas tapas de sobrasada, botifarro y claveles. Sin duda, las hierbas, de las que se sirvieron un buen número de botellas, fue lo que más gustó entre los turistas.