En la foto, la discoteca Es Paradís, donde se celebra la fiesta Clockwork Orange.

Cada temporada las discotecas reciben a decenas de miles de turistas que recalan en la isla atraídos por las fiestas que allí se celebran. La organización de éstas recae, habitualmente, en manos de promotores ingleses, quienes se encargan de promocionarlas por todo el mundo. Sin embargo, este año muchas de estas empresas que trabajan en Eivissa se han encontrado con un grave problema: un alicantino se había encargado de registrar todos los nombres de sus fiestas ante la Oficina de Patentes y Marcas española. Ahora, este avispado caballero exige verdaderas millonadas a los organizadores de las fiestas en las discotecas para algo tan obvio como permitirles utilizar en nuestro país su propio nombre.

Según algunas fuentes, varios promotores han cedido y han abonado ya cifras que superan los cinco millones de pesetas a este sujeto. Otros se han negado a ceder ante lo que consideran «un chantaje». Ahora, el tema está en los tribunales. En la lista de fiestas afectadas se encuentran algunas de las más célebres, como Ministry of Sound, Gatecrasher, Clockwork Orange y Miss Moneypenny. Algunas de éstas ya se han visto obligadas a cambiar sus nombres y logotipos, puesto que no están dispuestas «a pasar por el aro», como señala una persona vinculada a Clockwork Orange.

Sin embargo, esta decisión les ha causado graves pérdidas económicas, ya que han tenido que tirar a la papelera varios miles de pósters y flyers en los que aparecía su nombre y sustituirlos por el de «Orange summer 2000». Además, ahora se encuentran con que las imprentas no despachan a tiempo sus pedidos de material promocional. El caso de esta fiesta es el más flagrante en cuanto a pirateo comercial: la marca está registrada en España desde hace cuatro años, a pesar de que la fiesta se celebre desde hace siete.