El matrimonio visita desde hace muchos años Formentera, una isla que conocieron gracias un amigo suyo escritor. Foto: G. ROMANÍ.

En las inmediaciones de es Pujols, a medio camino de s'Estany Pudent y la playa de Llevant de Formentera está Can Erik. Es la casa que el arquitecto Erwin Broner edificó entre 1963 y 1964 para Erik K. de Vries y su mujer, Hans Snoek. El matrimonio de Vries llegó a Formentera por primera vez en el año 1959 y fue, como en tantos otros casos, fruto de la casualidad.

Erik trabajaba en los laboratorios Philips desde los años 30 en el departamento de esta empresa que finalmente alumbró un invento revolucionario: la televisión. Por su parte, Hans era la directora del Ballet Nacional Scapino de Holanda, fundado en 1945. Entonces, recibieron la llamada de un amigo escritor que les invitaba a ir a Eivissa. En principio, Erik se negó porque «a causa de la guerra del 36, juré que jamás iría a España, pero nuestro amigo nos aseguró que Eivissa no era como el resto del país. Fue tan categórico que decidimos venir». De aquella época, Erik y Hans recuerdan el inusitado ambiente artístico que había en la isla: «Pintores, escritores, arquitectos y escultores hacían de Eivissa un sitio muy, muy especial», recuerdan. De ahí a dar el salto a Formentera sólo mediaba un paso.

Erik empezó a trabajar de muy joven en los laboratorios de Philips: «A partir de 1938, antes de la II Guerra Mundial, y una vez acabada ésta, mi trabajo consistió, sin dejar de lado la investigación, en presentar la televisión como un nuevo sistema de comunicación para toda Europa». Presentaba este artefacto ante las más altas esferas de los diversos países que visitaba mostrando algo que, seis décadas después, sería una parte cotidiana de nuestras vidas. Con el tiempo, Erik fue una de las caras más populares de la televisión holandesa, en la que trabajó como técnico, regidor y presentador de informativos; de todas maneras, Erik asegura que jamás perdió su «afición al trabajo de laboratorio, por el que sentía verdadera pasión.