Los clientes que reclaman la llave de su habitación deben
identificarse en recepción con una tarjeta que se les entrega el
día de su llegada. De esta manera, se evita que alguien pueda
colarse donde no debe. Las zonas comunes del hotel son revisadas
por el servicio de limpieza cada dos horas, los menús no se repiten
hasta pasados al menos quince días y los botones cubren una jornada
de 16 horas. La cocina da de comer a 1.000 personas diariamente
durante la temporada alta.
En ella no se utilizan trapos de tela, sólo papel para
garantizar que no se reutilice. Las latas no se guardan en el
frigorífico una vez abiertas por si desprenden óxido y los residuos
se recogen de forma separada para promover su reciclaje. Además,
una bióloga se ocupa periódicamente de analizar por sorpresa el
ambiente de la cocina por si existiera alguna bacteria
contaminante. Estas son sólo algunas de las cosas que debe hacer un
hotel que quiere ofrecer la máxima calidad y que, como el Sirenis
Seaview Country Club, ha trabajado para conseguir el sello del
Instituto para la Calidad Hotelera (ICHE), la preciada «Q».
El Seaview mostró ayer todos sus secretos a un grupo de
estudiantes de la Escuela de Turismo. Tan sólo lleva abierto seis
días, pero todo el personal del año pasado recuerda perfectamente
la manera de trabajar que empezó a implantarse la temporada pasada.
A los empleados que se incorporen este año se les «informará y
formará» en calidad, puesto que la política del hotel es no
abandonar esta línea. «La calidad es un viaje, pero no una meta. Lo
principal no es la certificación, sino trabajar con un sistema de
calidad», comenta Juan Marí, coordinador de calidad de la cadena
Sirenis. Este grupo hotelero confía en conseguir dos «Q» más a
corto plazo, pero sus otros 8 hoteles trabajan en este mismo
sentido aunque no vayan a presentarse próximamente a las auditorías
con las que se puede optar al sello del ICHE.
La contradicción llega cuando se descubre que el hotel va
demasiado avanzado para el resto de la isla. Ana Ufarte,
coordinadora de calidad del Seaview, reconoce que es una pena que
se haga el enorme esfuerzo de recoger de forma separada los
residuos para que luego el camión de la basura los mezcle
indistintamente. Algo parecido ocurre con los productos que recibe
el hotel de sus proveedores; a pesar de que se debería primar el
plástico sigue abundando el cartón y la madera.
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