P. CANDIA/RUIZ COLLADO La imparable oleada de emigrantes es la cuestión que más preocupa a los líderes de ambas riberas del Mediterráneo, según quedó de manifiesto ayer en el Foro de Formentor. No hubo ningún invitado a las jornadas convocadas por la Fundación Repsol que no se refiriera al tema, aunque fuera de paso. El presidente del Gobierno español, José María Aznar, abordó ese espinoso asunto en el discurso que pronunció en la cena de gala, celebrada anoche. El mandatario dijo que entre las desigualdades que afectan a los países de la zona, destacan la económica, los flujos emigratorios, el terrorismo, la gestión de recursos acuíferos y protección del medio ambiente. Su homólogo argelino, Abdellaziz Bouteflika, también pintó un panorama sombrío «si la UE no pone la atención debida al problema de la emigración», según destacó en su discurso.

Pero Aznar y Bouteflika, grandes protagonistas de los debates, no fueron los únicos. El ministro de Interior de Alemania, Otto Schily, admitió que varios países de la UE trabajan de forma conjunta «para intentar reducir el flujo emigratorio entre Marruecos y España» y el embajador de España en Marruecos, Jorge Dezcállar, fue categórico: «Yo exigiría más mano dura para las mafias que trafican con gente desesperada y a quienes explotan económicamente vendiéndoles un futuro mejor».