El sonido de los tambores indios se prolongó durante toda la noche hasta la mañana del domingo. FOTO: G. G. LAMA
La luna no se quedó sola la noche del sábado. Las estrellas tampoco. Y es que las más de 500 personas que asistieron a la fiesta de los tambores de Benirràs acompañaron en todo momento la espléndida noche que caía sobre sus cabezas. Guiados por el misticismo de los tambores y animados por el ambiente festivo y amistoso que transmitía la magia de la cala de Benirràs, en el término municipal de Sant Joan, los menos afortunados que llegaron pasadas las diez de la noche en coche tuvieron que arribar hasta la playa andando. Un dispositivo de la Guardia Civil cortaba el paso a los conductores en el cruce de la carretera de Sant Miquel con el objetivo de evitar aglomeraciones y facilitar el paso de los vehículos de emergencia en caso necesario.
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