El antiguo local de sa Cooperativa, en la calle Ramón y Cajal, enciende cada día durante dos horas la llama creativa de Bea, que ya se plantea su futuro como actriz, Leticia (disfruta como nadie con la cerámica) o Julián, un pequeño Rembrandt de apenas medio metro de estatura pero que hace sombra con su talento a cualquier genio del baloncesto.

Es la tercera edición y algunos han acudido cada año. El taller organizado por la asociación artística de «Es Rovell de Portmany» en Sant Antoni, congrega cada día a treinta alumnos desde cuatro hasta sesenta años, en torno a una misma afición: el arte.

Se trata, según Manuela Bustamante, encargada de impartir las clases «de que profundicen en este concepto en la medida de sus posibilidades», para lo cual emplea técnicas tan variadas como el óleo, la témpera o las ceras, según las edades y la preparación de los grupos. Cada clase se adecua a unos objetivos concretos, los niños en su afán por aprenderlo todo y los mayores con la intención «de llegar y llevarse un cuadro a casa». Por ello mientras los primeros empiezan con escalas de colores, los últimos se desenvuelven desde el primer día en torno a las copias. El manejo es sencillo, las ganas, nunca suficientes y el estilo, sobrepasa las obras y las páginas de bloc que cada uno confecciona.