Eivissa es, junto a la localidad catalana de Sitges, uno de los mayores centros de turismo homosexual de Europa. Decir esto ya ha dejado de ser tabú, puesto que desde hace unos años, muchos de los turistas que nos visitan han decidido «salir del armario», esto es, defender su opción sexual sin ningún tapujo y, además, divertirse.

Sólo hace falta darse un paseo nocturno por la calle de la Virgen de Eivissa para descubrir todo este mundo. La gran mayoría de locales de copas de esta vía están destinados, principalmente, a este tipo de clientes, aunque están abiertos a todo el mundo y nunca le mirarán mal si va acompañado de su pareja; no se trata de ningún gueto. Si no quiere hacer el ridículo al confundir uno de estos bares de «ambiente», le daremos una pista: siga siempre las banderas multicolores que ondean en sus puertas, uno de los símbolos de este colectivo. El principal distintivo de la calle de la Virgen es, sin embargo, la imagen que se encontrará nada más entrar en ella, a la cual nunca le faltan flores, tanto frescas como de plástico.

Otro de los espectáculos que depara esta calle para los no iniciados es la multitud de sexshops que se han instalado en la zona. Casi todos están dedicados a objetos para gays: desde ropa de cuero hasta los más atrevidos objetos de metal, como esposas, collares con pinchos o vibradores.

Una de los locales históricos de esta calle es el Samsara, donde, noche tras noche, se ofrece uno de los mejores espectáculos de transformismo de la isla. En éste, un grupo de dragqueens interpreta "en un perfecto playback" algunos clásicos de la chanson francesa y otras himnos de los gays, como el «I will survive» de Gloria Gaynor o «A quién le importa», de Alaska.