N.D./L.H./L.T.
Los consellers del nuevo Govern hicieron ayer efectiva su entrada en los despachos. La jornada estuvo marcada por la toma de contacto de los nuevos consellers con los funcionarios adscritos a sus respecitivos departamentos y por las primeras reuniones de trabajo.

El conseller d'Hisenda i Pressuposts, Joan Mesquida, fue, lo mismo que el de Agricultura i Pesca, Joan Mayol, el que más trabajó durante la jornada del miércoles, ya que Mesquida no abandonó la sede de la conselleria hasta las 22.30 horas. El ex conseller, Antoni Rami, se dio una vuelta ayer por la mañana por la sede de la calle Palau Reial aunque sólo para saludar al nuevo conseller, ya que la puesta al día de temas pendientes ya se hizo en días anteriores. El primer problema con el que se encontró Mesquida fue su ordenador: no conocía la clave de acceso, pero el nuevo conseller, que sabe mucho de informática, se inventó otra y pudo acceder a la red.

Ni Misericòrdia Ramon, sin cartera de momento y futura consellera d'Energia i Innovacció Tecnológica, ni Pere Sampol, vicepresidente del Govern que asumirá en breve Comerç, Indústria i Economia, tienen todavía un despacho fijo donde aposentarse para trabajar. La jornada de ayer fue para los dos una ruta por todas las dependencias en las que ahora están diseminadas sus competencias. Más adelante se concretará dónde estarán sus despachos.

El conseller d'Obres Públiques, Antoni Ferrer, estrenó despacho en compañía de su antecesor, Joan Verger, que explicó las cuestiones pendientes con mucha gentileza y grandes dosis de resignación democrática.

Margalida Rosselló, una «verde» en Medi Ambient, ya está instalada en el despacho que antes ocupaba Miquel Ramis, junto a las Avenidas. A las nueve menos cuarto de la mañana ya estaba allí. Margalida Rosselló conocía el edificio, aunque hasta ahora no había pasado de la zona del Registro, donde ha entregado en los últimos años muchas firmas recogidas en otras tantas campañas ecologistas.

El nuevo conseller de Treball i Formació, Eberhard Grosske está con su despacho como un niño con zapatos nuevos. Su antecesor, Guillem Camps, le había dado todas las explicaciones pertinentes del relevo el día anterior, así que Grosske se dedicó a inspeccionar su territorio antes de reunirse con sus colaboradores. Se llevó una grata sorpresa: tiene ducha en el despacho.