El anunciado fin del mundo, previsto por el futurólogo francés Nostradamus para el día de ayer, respetó las Pitiüses, tal y como pudo comprobar este periódico.
Los cálculos del agorero galo indicaban que el domingo 4 de julio el planeta se sumiría en las tinieblas, las nubes se convertirían en azufre y comenzaría el reinado del Anticristo. Sin embargo, al cierre de esta edición el nuevo monarca no había hecho acto de presencia en las Pitiüses, lo que se consideró por los lugareños que le esperaban con sus cámaras como un desplante; claro que también cabe la posibilidad de que se entretuviera destruyendo la parte oriental del globo terráqueo, de lo cual no tenemos noticia.
También hay que tener en cuenta que Nostradamus no atinó al señalar la hora en la que se produciría el Apocalipsis, con lo que éste se puede producir cuando esta noche (entonces, queridos lectores, no podrán leer hoy estas tiernas líneas).
«El año mil novecientos noventa y nueve, séptimo mes, del cielo vendrá el gran Rey del terror, resucitará el gran Rey de Angulema. Después, Marte reinará alegremente», expuso Nostradamus en el siglo XVI. Pese a todo, las nuevas corrientes hermenéuticas dedicadas a la interpretación de estos textos han apuntado recientemente que donde Nostradamus citaba al «gran Rey Angulema» se refería al «gran Anticiclón de las Azores».
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