Antónia Cardona recibió ayer muchas visitas con motivo del homenaje que se le rindió. Foto: VICENÇ FENOLLOSA.

El único secreto es «quedarse siempre con un poco de hambre después de comer» relata Francisca, una de las hijas de Antonia Cardona Cardona, quien ha llegado a ser una de las vecinas más longevas de Eivissa, y la más antigua de Sant Jordi, un pueblo que se reunió ayer en pleno para rendir tributo «a una de las vecinas más queridas», tal y como la describió el alcalde en funciones de la localidad, José Serra Escandell. Pero, aunque ella no saciara su estómago, sin duda la simpatía que profesa sí ha conseguido colmar las ambiciones de quienes la rodean. Antonia, una de las nietas, la imagina «vestida siempre de payesa, muy simpática y sumamente bondadosa con todo el mundo». Tras de sí, una historia que hoy por hoy le cuesta recordar, pero cuyo fruto son los seis hijos que le quedan aún con vida y que sólo tienen elogios para ella. Vestida de un negro resumen del siglo que ha dejado atrás y rodeada de cariño, cuatro generaciones se postran a los pies de esta institución.