Hace años que la serpiente de escalera llegó a Formentera y se estableció, sobre todo, en la parte sur de la Mola. Esta especie, protegida en la Península y sin casi depredadores en las Pitiusas, supuso una pesadilla para la población autóctona de lagartija, que pasó a ser su plato del día preferido. Esta es una de las razones que hicieron que el año pasado se iniciara una campaña de capturas para evitar la proliferación de ofidios que ha tenido continuidad este 2017 con la participación de un técnico que se cuida diariamente del control de las trampas. «Son 204 jaulas que voy controlando en cinco días», dice Edgar Vilamajó, técnico de control de fauna en Formentera. «Cada día empiezo alrededor de las siete de la mañana y hago una ruta para inspeccionar de 30 a 50 trampas por jornada dependiendo de la accesibilidad de las mismas», señala. Desde que se inició la campaña en abril se han capturado unos 820 ejemplares, muy por encima de los 300 del año pasado, aunque también se ha casi triplicado el número de trampas.

Para poder llegar a calcular el número total fiable de serpientes en libertad, este año se ha procedido a marcar unos cuantos ejemplares. «En realidad, coger 800 serpientes no tiene por qué significar ni muchas ni pocas porque para saber cuántos ejemplares podemos tener en la Mola necesitamos tener indicadores», indica Víctor Colomar, coordinador del programa de control de ofidios. «Para saber cuántas serpientes tenemos más o menos, lo que hemos hecho es marcar una serie de serpientes, 39 en concreto, con un microchip como los que se ponen en perros y gatos y las hemos vuelto a poner en libertad en una zona donde hay muchas jaulas. Estas serpientes las estamos volviendo a capturar y lo que comprobamos es por donde se mueven y dentro de qué trampas caen», expone Víctor.

Aunque se han avistado ofidios en otros punto de la isla, la totalidad de las capturas se han hecho en la Mola y, a pesar de que los responsables de la campaña no pueden avanzar cuando se podrán dar por erradicadas las serpientes en la menor de las Pitiusas, sí que se viene detectando que las culebras capturadas cada vez son más jóvenes, factor que indica que se está incidiendo positivamente en su control. Aun y así, según Víctor, hay otras especies que son también un peligro para las poblaciones de animales autóctonos. «La serpiente parece que es el enemigo público número uno en nuestras islas, pero tenemos otras especies como el gato que también tienen un impacto muy grande sobre nuestra fauna autóctona y las medidas de gestión son totalmente diferentes. De acuerdo que son especies distintas y que se han de hacer otras actuaciones, pero son especies que en el futuro y actualmente se han de tratar», concluye Víctor. Y es que mientras unos se llevan la mala fama hay otros que a pesar de pasar más desapercibidos son tanto o más peligrosos para nuestra biodiversidad.