Ayer, diez de julio, el Consell de Formentera cumplía 10 años, una onomástica que se celebraba por la tarde con un acto que contó con la presencia de buena parte de los protagonistas de la transformación del antiguo Ajuntament en la máxima institución insular que merecía la menor de las Pitiüses, un nuevo Consell que igualaba a Formentera a las otras islas del archipiélago balear y significaba el inicio de una andadura en solitario en pos del autogobierno y sin el amparo de la ‘hermana mayor’ Ibiza.

El acto se iniciaba con las palabras de Marta Enciso, última secretaria del Ajuntament y primera del nuevo Consell, que daría paso al parlamento del secretario actual, Àngel Navarro, que recordó cuales fueron los pasos a seguir para lograr lo que hasta entonces se antojaba poco menos que imposible: el nacimiento de la nueva institución insular.

Minutos después era el exdiputado Pep Mayans quien tomaba la palabra en un parlamento comedido y surtido de algunas agradecidas anécdotas que hicieron sonreír al común de los presentes. Mayans, aún y así, no quiso concluir su turno sin reclamar que se hicieran normativa y se establecieran para que los formenterers puedan tener voz y voto en la gestión del litoral, el parque natural o la zona portuaria, en su parecer, las partes más sensibles de la isla y con más intereses, razón por la cual el consell debería poder ejercer competencias.

El siguiente en subir al atril fue el exalcalde Isidor Torres, autor de un extenso parlamento donde versó en profundidad la historia y el calendario que llevaron a la creación del Consell de Formentera. Empezó Torres con una cita de Josep Pla donde el genial narrador catalán se preguntaba por la felicidad de los moradores de Formentera en los años veinte del pasado siglo y sirvió este comienzo para realizar diversas elipsis temporales donde habló de los deseos de la gente de la isla, de la gestación del Consell y de las repercusiones del nacimiento de este. Acabó Torres con un llamamiento a la unidad de acción entre la institución y la sociedad isleña augurando un futuro donde Formentera tendrá un senador en Madrid.

Cerró el acto el president del Consell Insular de Formentera, Jaume Ferrer. Lo hizo agradeciendo a todos aquellos que tuvieron arte y parte en la realidad del nuevo Consell y felicitándose de que aquel otrora experimento con detractores esperando su fracaso a la vuelta de la esquina, se haya tornado en un gobierno eficaz que procura por el bienestar de los residentes en la isla. Fuera de la autocomplacencia, Ferrer también demando más mejoras y autocompetencias para llevar Formentera a buen puerto y seguir en el camino de poder ofrecer una isla de futuro a las generaciones venideras.

Acabados los parlamentos, el grupo Aires Formenterencs, interpretó el ‘Visc a Formentera’, himno oficioso de la Pitiusa del sur, más un par de sus temas más conocidos que darían paso poco después a un merecido ágape donde los presentes pudieron brindar por una década de Consell.

Ayer, pues, fue día de celebración y de conmemoración, y sirvió un acto sobrio a la par que sencillo para dar cuenta de un hecho histórico que si bien significó un pequeño paso para la humanidad, grande fue este para la sociedad formenterera, una sociedad que, como se había recordado en más de un parlamento, tiempo hacia que llevaba en sus genes el ansia de libertad y las ganas de decidir su presente y su futuro por sí misma; sin las ataduras y tutelas de otras tierras y otros políticos generosos y eficaces tal vez, pero no avezados a la idiosincrasia de un pequeño pedazo de tierra entre mares que pretendía salir ganando sin que esto causara perjuicio a nadie, solo deseaban ser como los demás, y finalmente, lo consiguieron.

Molts anys i bons