El mítico enclave de Puig de Missa ha acogido más de sesenta puestos. | Irene Arango

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Joan encuerda el chasis de una silla, de la manera en la que se hacía antiguamente, al más puro estilo manual. Justo al lado Pere vende flaütes y castanyoles, dos de los elementos más cotizados entre todas las colles de la isla. Como tantos otros, han acudido durante la mañana la de este domingo a un enclave tan representativo como es el Puig de Missa, en lo alto de Santa Eulària, para celebrar una nueva edición de la Fira Artesanal, donde se ha puesto en valor las tradiciones, cultura y folklore ibicencos.

La jornada comenzaba a las 12.00 horas, con una actuación de los dimonis que, bajo el sonido de los tambores, se convertían en los actores principales de la apertura de una edición de la Fira Artesanal. Esta no sería la última de las actuaciones, sino que a lo largo de la mañana el ball pagès tomaría su parte activa. A las actuaciones habituales se ha sumado un público entregado al folklore ibicenco.

El mítico enclave de Puig de Missa ha acogido más de sesenta puestos. Ya desde su rampa de subida, hasta las inmediaciones de la iglesia, todo ha estado preparado para dejar una bonita postal de las tradiciones ibicencas.

Una de las novedades, que ha sido una de las grandes protagonistas de esta edición, ha sido la de mestres d’aixa. En el centro del Puig dos hombres reparaban una pequeña embarcación. Uno de ellos, Javier Gómez, explica que estas reparaciones «sirven para financiar un proyecto para recuperar una gran embarcación de 1909 en la que trabajan prácticamente todas las tardes».

De entre los puestos, el de Cristina Ferrer es uno de los grandes clásicos de la isla: sus sanallons, hechos con esparto llevan acudiendo a esta feria desde su primera edición. En su caso comenzó a hacer esparto picado ya de mayor: «se organizaban cursos para aprender a trabajar con él. Yo tenía a mis hijas, que hacían ball pagès, pero comprar un traje era muy caro. Así que a través de las asociaciones empezamos a aprender a elaborar nosotras mismas los trajes», explica Ferrer. Sobre la feria, explica que «ha sido todo un éxito, ha venido muchísima gente, tanto de la isla, que recuerdan los trajes y vestidos de sus familiares, como de fuera, que compran más».

Pere Marí ha aprovechado esta feria para vender todas sus flaütes, un instrumento imprescindible para la música tradicional de nuestra isla. «Se tardan muchas más horas de las que parece en hacerlas, más de 30 horas en una. Y luego, que suenen bien. Ahora ya llevo tantos años que me salen todas bien, por suerte». Su labor artesanal empezó hace ya 27 años, «antes lo hacía algún sábado, cuando podía, pero desde que estoy jubilado tengo mucho más tiempo para poder hacerlas. Me las piden de todas las Collas de la isla», detalla.

Como él, Joan s’encordador empezó su labor artesanal casi de casualidad «cuando me casé me regalaron 24 sillas, pero solo la estructura. Desde entonces llevo haciéndolas». Con la ayuda de su mujer María, sigue haciéndolo de la manera más artesanal posible. Pese a que de profesión se dedica a la grúa «anualmente reparo unas 400 sillas, es algo que sigue teniendo mucha demanda».