En el Centro de Protección Animal de Sa Coma hay muchos animales que buscan encontrar una segunda vida en una nueva familia. El pasado año, Sa Coma consiguió que un total de 133 animales fueran adoptados, de los cuales 97 son gatos y 36 son perros. Sin embargo, todavía permanecen en el centro 86 animales, 34 gatos y 52 perros, que esperan poder encontrar una familia lo antes posible.

En este sentido, Manuel Jiménez, concejal de Bienestar animal del Ayuntamiento de Ibiza, explicó que actualmente el centro cuenta con seis perros que ya se encuentran en condiciones óptimas para la adopción tras superar distintas adversidades a lo largo de su vida. «Cada perro tiene su historia y sus peculiaridades pero si conocemos cada historia pueden ser adaptados a cada caso con sus necesidades. Aunque hayan tenido un pasado muy triste, pueden encontrar una familia y vivir como toca», aseguró Jiménez.

Asimismo, Jiménez recordó que desde el consistorio se ha eliminado la tasa de adopción para fomentar que esos animales puedan lograr encontrar una nueva familia. «Abandonar es el doble de caro en Ibiza y adoptar es gratis para aquella gente que les da una segunda oportunidad a estos animales», puntualizó.

Actualmente, hay 86 animales, 34 gatos y 52 perros que esperan poder encontrar una familia lo antes posible.
Foto: Alejandro Mellon

Los seis

Entre estos animales supervivientes se encuentra Max, un mestizo de ocho años que llegó al centro hace cinco años, tras ser rescatado de un caso de maltrato que le dejó secuelas físicas y psicológicas.

También está Lobo, un pastor de carácter noble que fue encontrado encadenado en una propiedad donde apenas recibía cuidados. El tercer perro listo para encontrar una familia es Terry, un mestizo de once años y carácter juguetón, rescatado en estado de extrema delgadez y con leishmaniosis.

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Por otro lado, Cabezón llegó a Sa Coma tras la muerte de su dueño. Un perro «noble» que es extremadamente cariñoso con las personas pero que necesita un hogar donde pueda ser el único animal. Otto llegó en estado de desnutrición extrema en 2021 al centro municipal de Sa Coma. Según aseguran, es un perro agradecido y tranquilo. Finalmente, Roy, un mestizo de ocho años, llegó al centro después de que sus dueños no pudieran seguir cuidándolo. La separación le generó ansiedad, pero gracias al cariño y las terapias, hoy está listo para ser adoptado.

Más historias

Desde el Centro de Sa Coma, son conscientes de que muchas veces estos animales solo necesitan cariño y una buena familia para rehabilitarse por completo. «La mejor cura es darles amor», aseguró Julia Carmona, una de las veterinarias del centro.

Tanto Julia como Miguel, los veterinarios de Sa Coma, trabajan para conseguir que cada animal esté totalmente adaptado para poder ser adoptado en un futuro. Además, preparan a las familias para que la nueva mascota se adapte perfectamente, tanto si hay niños como personas dependientes.

«Hacemos que vengan los niños a conocer al perro, que los paseen y ver el trato que hay. Si cuadra con ellos, bien. Sino, siempre optamos por hacer que escojan otro que pueda encajar perfectamente», aseguró Carmona que añadió que un perro adoptado «siempre es muy agradecido».

Sin embargo, todavía hay casos de perros que no han conseguido salir de las instalaciones del centro desde que entraron. Es el caso de Pumba, un mestizo que entró con tan solo un mes junto a su hermana y que, a los dos meses, fue adoptado. Desgraciadamente, los propietarios renunciaron a él a los ocho meses. «Tiene un carácter de cachorro, es muy bueno», puntualizó la veterinaria.

No obstante, en Sa Coma también hay historias felices. Es el caso de Toby, un perro que fue renunciado por sus dueños al no poder tenerlo en la vivienda donde vivían y que, a los dos años, los mismos propietarios vinieron a buscarle cuando encontraron otra casa. O Yume, una husky que pasó las navidades en Sa Coma después de que el dueño no pudiese hacerse cargo de ella y que este lunes volverá a tener una familia en un nuevo hogar.