Sant Antoni ha vuelto a celebrar este viernes 17 de enero su día grande por todo lo alto, en honor a San Antonio Abad, el patrón de los animales. La jornada festiva congregó a vecinos y vecinas de todas las edades a pesar de las cancelaciones iniciales debido a la previsión de lluvia.
Poco antes de las 12 horas de la mañana, decenas de vecinos y vecinas del municipio se congregaron en los exteriores de la iglesia a la espera de la tradicional misa solemne. Fueron muchos los que decidieron no pasar al interior de la parroquia y esperar fuera con su mascota, a la espera de que el obispo de Ibiza, Vicent Ribas, oficiase la ceremonia y más tarde diera la bendición a todos los animales.
Al acto tampoco faltó representación política como el alcalde de Sant Antoni, Marcos Serra, o el presidente del Consell de Ibiza, Vicent Marí.
Perros, conejos y periquitos
Aunque el mal tiempo obligó a cancelar el esperado desfile de carros un día antes de la jornada, el resto de actividades siguieron su curso normal aunque todas ellas se realizaron en la plaza de la iglesia. Una vez terminada la misa, que duró aproximadamente una hora, tuvo lugar la procesión que recorrió las principales calles colindantes y que estuvo acompañada en todo momento por la Hermandad Nuestra Señora del Rocío de Sant Antoni y de Sa Colla de Portmany.
Sin duda, uno de los momentos más esperados por los vecinos portmanyíns fue la bendición de animales. Perros de todos los tamaños, conejos e incluso algún periquito, desfilaron junto a sus dueños para recibir el agua bendita, como símbolo de protección. «Es la primera vez que venimos a la bendición de mascotas, nos pareció curioso y queríamos ver como era», aseguró Christian, que aguardaba en los exteriores de la iglesia junto a Thor, un pastor alemán.
Mari, otra vecina del municipio, acudió con su pequeño Coco, que iba bien abrigado para combatir el frío. «Es la primera vez que lo traigo. No le suele gustar salir de casa, pero aquí parece que está tranquilo», explicó. Entre los más jóvenes, Mía, acudió con Oreo, su conejo que hacía gala del nombre por ser blanco con unas perfectas manchas negras distribuidas por todo el cuerpo. «Es la primera vez que viene, tiene solo un añito. Está acostumbrado a ir con arnés porque le saco de paseo por el campo y le encanta correr», explicó emocionada.
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