Un poco pasadas las doce de la mañana comenzaba una misa en la iglesia del pueblo que daba el pistoletazo de salida al día grande de Sant Carles. La gente se agolpaba tanto en el interior como a las afueras de la parroquia, expectantes de una comitiva que salía pasadas las 13.15. Las figuras religiosas iniciaban una vuelta a la plaza del pueblo, acompañadas de la música que hacía sonar la colla de Sant Carles. Tras ellos, mucha de la gente del pueblo se sumaba a la celebración.
Tras la vuelta de la comitiva, se realizaba el regreso de las figuras a la parroquia para, apenas unos minutos después, comenzara el tan esperado ball pagès. Lo hacía de la mano de la citada Colla de Sant Carles, en la plaza del pueblo, a la salida de la iglesia y frente al escenario instalado para la ocasión. Ante la mirada de decenas de personas, los balladors y balladores mostraban su mejor repertorio que ocasionaba el disfrute de los vecinos del pueblo.
Uno de los vecinos de toda la vida que se ha acercado durante este lunes a disfrutar de las fiestas de su pueblo es Joan Ferrer, junto a su nieta, India. Está contento de poder celebrar la jornada de su parroquia, aunque queden algo opacadas «por lo que ha sucedido en Valencia». Alguien que ha tomado Sant Carles como propio es Santiago, quien llegó al pueblo hace 30 años proveniente desde Burgos. «Hace 12 años vine por primera vez a una de las fiestas del pueblo y, desde entonces, vengo todos los años», comenta.
Uno de los pocos turistas que se ha acudido a esta jornada son Bertrand e Yvon. Son dos amigos franceses que están de vacaciones y ya han acudido en otras ocasiones a festividades de este estilo. De ellas, destacan «el baile, la gente y el ambiente». Así, estos foráneos comparten festividad con, por ejemplo, María Ferrer, una mujer de 84 años «de toda la vida de Sant Carles», que espera seguir viniendo a estas fiestas «por muchos años más».
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