Las necesarias lluvias otoñales no son capaces de disuadir al público ni a los artesanos que, puntualmente, convierten cada domingo a Sant Joan en uno de los centros imprescindibles de la isla. Así, este último domingo de octubre, ni el cambio de hora ni la lluvia que acabó cumpliendo su amenaza fueron una excepción. Los mismos toldos que han protegido del aplastante sol del verano y algún plástico improvisado son suficientes para resguardar las artesanías que ocupan el pueblo. El público, fiel y cosmopolita, recurre a capuchas y paraguas en caso de lluvia.
«Ha sido una temporada rara», comenta Susana, una de las artesanas, ante su puesto de inciensos elaborados con hierbas que cultiva y recoge ella misma en Sant Miquel. «Ha habido buenos subidones, pero también bajones impresionantes durante todo el verano», asegura mientras Elena, su vecina de puesto, califica esta circunstancia como «una buena temporada». Para Elena, «como la temporada ha sido más o menos tranquila, hemos tenido espacio para poder crear». «Yo he podido dedicar más tiempo a las redes sociales, algo que antes no lograba», añade Susana, quien ilustra su visión con un ejemplo: «este septiembre hice la mejor caja de un domingo, y el siguiente la peor».
«La sensación de altibajos es porque la temporada se ha alargado mucho», opina Óscar desde su puesto de ralladores de cerámica. Explica que «este abril ya estaba el mercadillo lleno y después, al comenzar el verano, hubo un bajón considerable». «El trabajo de artesano es inestable por naturaleza», reflexiona, mientras Valeria, en su puesto de artesanía de vidrio Mar de Fuego, con sus 12 años de experiencia confirma que «esta no ha sido la mejor temporada».
Con la llegada del invierno, muchos artesanos del mercadillo de Sant Joan mantienen el mismo ritmo de trabajo que Valeria: «solo vengo al mercadillo de Sant Joan, el resto de la semana lo dedico a conciliar con mi familia y a crear material para el próximo verano en los mercadillos de la isla».
De esta forma, Sant Joan continuará siendo, con el horario de invierno recién estrenado, uno de los centros de Ibiza en las mañanas de los domingos, con sus conciertos en la plaza del pueblo y sus puestos de artesanía. Eso sí, tal como apunta Valeria, «con un público muy distinto al del verano: la gente de Ibiza de toda la vida, que en verano apenas puede venir y que en invierno no falla», aunque reconoce que «la verdad es que compra mucho menos».
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