Imágenes que muestran la visión que el fotógrafo Josep Marià Subirà tenía de la isla que él acogió como suya. Representaciones que enseñan desde casas pagesas, el aeropuerto de aquel entonces, las plazas y las iglesias de algunos pueblos hasta fotografías casi abstractas de sus últimos días. Sa Nostra sala acogerá esta exposición, rindiendo homenaje ahora que se cumple una década desde su fallecimiento.
Subirà llegó a Ibiza en el 1957, advertido de la «luz especial» que poseía la isla. Una vez asentado, abrió una tienda de fotografía y se estableció mediante la edición y distribución de las primeras postales que hubo de la isla. El costumbrismo y los paisajes de la isla fueron los tópicos de sus imágenes hasta que dejó la cámara. La actividad la retomó unos años después, con el nacimiento de su nieto, para aportar una «visión más abstracta».
En la presentación de la exposición han estado presentes sus dos hijas, Marta y Carmen quienes, visiblemente emocionadas, han agradecido la oportunidad de rendir homenaje al «gran trabajo que dejó su padre». En su discurso, las hijas han destacado que en la exposición se encontrará con los «rincones especiales de la isla des de la mirada de su padre, y los retratos en los cuales en objetivo no era reflejar a la persona, si no lo que esta representaba».
En la misma línea, han añadido que esta exposición es una pequeña parte del legado que dejó su padre, un hombre «que se enamoró profundamente de la isla de Ibiza, de sus paisajes, su luz, y su gente». Para Josep María Subirá, tal y como han explicado sus hijas, Ibiza era «un paraíso que le encantaba fotografiar».
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