Èlia Bastida tiene dos pieles. Cuando toca, el arco de su violín dibuja movimientos de gipsy jazz. Cuando canta, no puede evitar que de su boca salgan palabras portuguesas de cadencia brasileña. En ese balanceo se movió el concierto que ayer abrió la primera de las tres noches en las que el Eivissa Jazz anida en el Baluard de Santa Llúcia. Stéphane Grappelli y Django Reinhardt son, en el terreno de las influencias, algo parecido a lo que representan Josep Traver y Joan Chamorro sobre el escenario. Escuderos, compañeros, aciertos.
A su manera, ellos han creado su propio Quintette du Hot Club de France, el nombre del combo que crearon estos dos pioneros del jazz europeo. De Grappelli, violinista francés, apellido italiano, tocaron Flamingo, un tema al que el trío que comanda Bastida ha añadido una melodía que se entrecruza con la original. De Reinhardt, guitarrista belga, nombre gitano, tocaron Anniversary Song, ya en los bises.
Lo hicieron con una guitarra a cinco cuerdas. A Traver se le saltó una en el tema anterior, un Alfonsina y el mar donde el violín de Bastida (enérgico, vibrante) cantó los versos de la zamba que popularizó la Negra Sosa a finales de los sesenta. «Da igual, dice que podemos hacerla así», dijo, divertida, la líder del trío antes de lanzarse con Django, un homenaje a Reindhart (que murió joven, al revés que Grappelli, que llegó hasta los noventa) tan antiguo –1954– que se convirtió en estándar hace mucho tiempo.
Salió de la cabeza del pianista John Lewis, y sobre la muralla de Dalt Vila lo impulsó la sociedad Bastida-Traver-Chamorro, con el contrabajista marcándose unos walkings memorables que hacían avanzar la melodía. El público celebró la pieza con una gran ovación, parecida a la que había reservado, minutos antes, a la Samba da minha terra, un tema del baíano Dorival Caymmi que influyó tanto en Gilberto Gil, el intérprete que popularizó este ritmo frenético que Bastida interpretó dando pasitos samberos. Tan tropicalista es su corazón que el regalo del repertorio fue un tema de cosecha propia escrito en portugués –lengua que dice no dominar porque nunca ha tenido que hablarlo, pero con la que compone música– que saldrá en un disco que todavía está por grabarse.
«Ya vinieron con Andrea Motis a este festival y gustaron mucho: Joan Chamorro y Josep Traver son dos maestros, pero Èlia Bastida es una grandísima artista. Parece increíble: Sant Andreu es como Cuba, das una patada a una piedra y te sale un músico», dijo en el intermedio José Miguel López en el intermedio.
El que fuera presentador del mítico Discópolis de Radio 3 vuelve a ejercer de presentador de las actuaciones del Eivissa Jazz y, en la previa, le hizo un guiño al cambio de imagen del festival, repasando los logos anteriores y arrancando alguna risa en el público cuando se quitó la chaqueta que lo protegía del viento fresco de septiembre para mostrar una camisa de flores que no le hubiera hecho desentonar en un concierto de latin jazz en una azotea de Miami.
«Y, ahora, bop; ya sabéis, el bebop, un estilo que rompió moldes en los cuarenta y que, como pasa con todo, ya tenemos muy integrado. Hace unos años tuvimos la suerte de tener en el Eivissa Jazz a un maestro como Perico Sambeat, y ahora presentamos al grupo de una de las saxofonistas más talentosas que tenemos en nuestro país: Irene Reig».
Decisió i coratge. Así se titula el tercer disco que en seis años edita The Bop Collective. Una formación coral que llenó de ritmo el aire de Dalt Vila. Temas propios, que se presentaban acreditando al autor con aspecto de estándar gracias a unos arreglos llenos de solos que daban pie a las improvisaciones. Dos saxos (la propia Reig, en el alto, y Héctor Floría, con el tenor), trompeta (Joan Mar Sauqué), trombón (Alba Pujals), piano (Joan Monné), contrabajo (Giuseppe Campisi), batería (Joan Casares) y una voz cálida (la de Marta Garrett). Un octeto de amigos que se conocieron ampliando sus estudios en Ámsterdam, la ciudad –tan jazzística– en la que nació un grupo que quiere seguir siendo grande en una época en la que escasean las formaciones completas.
Irene Reig, antes de presentar el single Ginesta, cantado en catalán como contrapunto a las letras en inglés del resto del repertorio (incluido «un bis lento, toda una rareza», dijo López cuando irrumpió en el escenario después de que The Bop Collective saludara al público), mostró el álbum en formato físico. «Estamos tan contentos con este trabajo por la acogida que ha tenido que los cedés que se editaron ya están agotados». Al abandonar el baluarte y bajar hacia la Marina, algún melómano llevaba bajo el brazo el vinilo de Decisió i coratge.
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