Uno de los turnos de Un Mar de Posibilidades realizando las actividades en la plataforma. | Irene Arango

En la playa de Talamanca, a la altura del puesto del socorrista, una señora mayor intenta seguir una cuerda colocada en forma de serpiente poniendo a prueba su movilidad, con la ayuda de una monitora. Justo al lado, otra mujer con diversidad intelectual intenta coordinarse para saltar dentro de los límites que unas cintas negras fijan para ello. Justo al lado, una tercera mujer intenta mantener el equilibrio encima de una tabla colocada encima de un esférico, orientada por la ayuda de otra de las monitoras. Todas ellas están a punto de salir a poder disfrutar de los múltiples beneficios terapéuticos del mar y poder disfrutar de una de las actividades que integran el programa Un mar de posibilidades.

Director

Durante la jornada del jueves este programa, que cumple ya 21 años, ha celebrado su jornada de puertas abiertas para la prensa. En ella, el que fuera fundador y ahora director del programa, Pedro Cárceles, ha explicado los detalles sobre este «maravilloso proyecto». Para Pedro, es un proyecto del que todos los isleños deberíamos «sentirnos orgullosos», y ha aprovechado para agradecer desde los usuarios, que depositan su confianza en el proyecto, hasta a los voluntarios que hacen posible que se sigan desarrollando los beneficios terapéuticos del programa.

«Empezamos en mayo, con los planes educativos, chicos con fracaso escolar y en junio empezamos a incorporar los grupos de salud mental, tanto crónica como aguda. Ibiza es el único sitio de toda España donde se puede ver a un psiquiatra atender a su paciente en una silla mirando al mar. Luego en julio y agosto empezamos a integrar a las personas mayores, que acuden casi todas las residencias de la isla», ha explicado Cárceles sobre el desarrollo del programa.

Orígenes

También ha explicado sobre el nacimiento del proyecto, allá por el 2004, mediante una asociación llamada Alas presidida por él mismo. Todo comenzó con seis niños, tres con deficiencia visual y tres con ceguera. «Al año siguiente esos seis niños se transformaron en doce, y esos doce hasta los 400 de hoy en día», ha detallado Pedro.

Con un poco de retraso por el transporte que sufre uno de los tan habituales atascos de verano, pero finalmente llega uno de los grandes grupos que van a disfrutar del programa de Un mar de posibilidades. Tras cambiarse y prepararse en las instalaciones del pequeño centro, realizan ya en la arena unas actividades de movilización y de coordinación, guiadas por una de las monitorias y con los chalecos salvavidas ya listos, para prepararse antes de embarcarse.

Actividades

Apuran los últimos momentos antes de embarcarse aprovechando para desayunar en una de las mesas instaladas en la arena. Ahí Rosi, una de las usuarias, explica «estar encantada de poder disfrutar de la jornada». Según cuenta su monitora, es la segunda vez en la temporada que pueden disfrutar del programa. A lo largo del año realizan varias actividades, como natación, pero estas se cortan en verano. Por ello, Un mar de posibilidades es la única ocasión que tienen de realizar unas actividades tan diferentes como estas.

También es un día muy especial para Vicent, un hombre ya adulto que padece de ceguera. Mientras le realizan un masaje en las piernas mediante agua mezclada con arena asegura estar muy feliz«por poder disfrutar de un día en el mar». Considera que sin un programa así «sería muy difícil para él» poder tener acceso a este mar.

Una vez está todo preparado, se habilita una particular embarcación en la cual se transporta a los usuarios hasta la plataforma. Ahí disfrutan durante unos veinte minutos de los beneficios terapéuticos del mar, de las diferentes actividades que integran el programa, hasta que la embarcación les trae de vuelta a la costa y recoge a los siguientes usuarios.

Gema lleva siendo monitora del programa durante diecisiete años. Valora este tiempo como «una evolución en la que los chicos están encantados por poder experimentar diferentes actividades». Un Mar de Posibilidades les aporta «un bienestar en ellos, en el deporte, en hacer una actividad, en relacionarse, en todo» explica Gema.

Reivindicación

Pedro Cárceles ha querido reivindicar que el programa quiere obtener una concesión definitiva para poder «estar siempre», que a lo largo de estos veinte años han demostrado que «quieren y merecen» estar ahí. Por último, ha reivindicado el espíritu con el que la asociación nació junto a su mujer y a su hermano, para sacar a los chicos y chicas con necesidades de los centros para ofrecerles algo que ahí no tienen y les hace «muy felices».