Los alumnos del IES sa Colomina están comprometidos con la cooperación ciudadana. | Irene Arango

La semana pasada, un grupo de alumnos de la optativa Cooperació i Serveis a la Comunitat del IES Sa Colomina remitieron una denuncia escrita a Periódico de Ibiza y Formentera llamando al «civismo» de la población ya que en 45 minutos recogieron 20 bolsas de basura «y había tanta que ni se ha notado», exclamaron.

El instituto realiza diferentes actividades de concienciación ambiental, como la campaña ‘Pulsera verde’ en la que los alumnos de todo el centro salen a recoger basura en zonas no urbanas y, para demostrarlo, envían una fotografía a Carmen Fernández, coordinadora de la asignatura de Cooperación. También hacen un concurso de fotos en el que la mejor imagen finalmente se lleva el premio de convertirse en la agenda escolar del curso siguiente.

La asignatura Cooperació i Serveis a la Comunitat es impartida por Carmen Fernández y la profesora Marisa López, quienes consideran que «debería ser obligatoria porque es la única en la que se van a llevar el compromiso social, la concienciación sobre la sociedad, el medio ambiente y demás», pues ya participaron en campañas de donación de sangre, en un centro de bienestar animal, Cáritas, y sobre todo «ven las posibilidades de voluntariado que ofrece la isla». La coordinadora hace hincapié en que realmente se «trabaja mucho el tema emocional y de valores».

A los jóvenes se les aprecia sensibilizados con estas cuestiones y, de hecho, el año pasado se impartió por primera vez esta asignatura que acogió a dos clases, mientras que este año ya se hicieron cinco grupos. Joana, una de las alumnas, la eligió porque le «interesaron los temas que se trabajaban aquí» y porque le gusta «ayudar».

Las alumnas se muestran disgustadas con cómo abandona la sociedad valores tan básicos como el tirar la basura donde corresponde. «Decepción», siente Joana cuando reflexiona que «el ser humano no es capaz de tirar las cosas en una basura». «Si hay papeleras habrá que tirar la basura ahí, no en el campo», expresa Viviana. No es que se den cuenta de este problema expresamente por el taller, pues aseguran que «al salir de clase lo vemos todos los días» y en el recreo ven que «pasan plásticos volando».

Pero lo que más le sorprende son «algunas cosas que ya están incluso incrustadas en el suelo, como si ya formaran parte de eso». Las toallitas también tienen mucho impacto y la profesora lo tacha de «flipante» porque «acaban siendo como una especie de pegote, una masa que coge algas, no se... es un asco». «Es algo que ha ido al mar y te lo ha devuelto», exclama. Joana no lo entiende, afirma que su madre «desde pequeña» le explicó que «no son buenas para el medio ambiente».

Finalmente reflexionan que «cuando recogemos me siento bien porque siento que he ayudado al medio ambiente pero es que no se acaba la basura; parece algo eterno, podríamos estar semanas y no cambiaría», afirman con decepción y enfado.