Los panellets son uno de los dulces más comunes en esta época. Cada mordisco nos transporta a los días de la infancia, cuando en el colegio se hacía la famosa trencada y los panellets o a las noches del 31 cuando se acompañaba la cena con este manjar.
Aunque se trata de un postre que su tradición se centra en Cataluña, en Ibiza también se disfruta de él. Su origen en sí no está claro, aunque las teorías apuntan a que es un dulce de un antiguo culto funerario. En esta festividad, las familias las familias iban a la iglesia y llevaban unos pequeños dulces para hacerle una ofrenda a sus difuntos, y el concepto que se le otorga a lo mucho que duran es porque se vinculan al concepto de eternidad. Además, el hecho de que los panellets tengan una base de almendra hace pensar que su origen viene de la cultura árabe.
Un logro para los panellets es que se le otorgase la mención Especialidad Tradicional Garantizada (E.T.G), que, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, lo definen como un regimen para proteger los métodos de producción y recetas tradicionales. De esta manera, ayudan a los productores a comercializar e informar a los consumidores de los atributos de estos productos y les otorguen un valor añadido.
Actualmente, los panellets tienen variaciones y se cubren de distintas cosas, pero los originales son los que se recubren de piñones. «Cada maestrillo tiene su truquillo», o así se suele decir, por lo que las cantidades y formas de hacerlos son distintos conservando los ingredientes tradicionales. La receta que presentamos hoy es la de mi madre, pero cada uno tiene su técnica.
Para empezar hay que mezclar la almendra molida con el azúcar y la ralladura del limón. A continuación, una vez hecha esta elaboración hay que introducir poco a poco la clara de huevo, que previamente se habrá montado un poco. Para montar la clara basta con batir esta hasta que tenga consistencia.
Una vez integrados todos estos ingredientes procedemos a hacer el panellet. Con esta masa formamos un rulo y lo dejamos en papel de plástico (papel film) y lo dejamos en la nevera un mínimo de 8 horas. Sacamos de la nevera la masa y hacemos bolitas del tamaño de una pelota de ping-pong. Mezclamos los piñones con el huevo batido y se deja reposar un mínimo de 30 minutos.
Para finalizar, ‘rebozamos' las bolitas en los piñones y las colocamos en una bandeja de horno. Pintamos con una yema de huevo para darle brillo y horneamos unos cinco minutos con el horno precalentado a 200ºC.
Como pueden ver la elaboración lleva su tiempo, pero podrán disfrutar de algo tradicional para compartir con sus familiares este 1 de noviembre y conmemorar Tots Sants.
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