Marcos pone de relieve que Jesús es el Mesías anunciado por los profetas. La palabra "evangelio" es la buena nueva que Dios comunica a los hombres por medio de su Hijo Jesucristo, Dios y Hombre verdadero. Por medio de la Sagrada Escritura y la Tradición apostólica, la voz de Cristo se perpetúa por todos los siglos y se hace oír en todas las generaciones y en todos los pueblos. La Iglesia, continuadora de la misión de los apóstoles, tiene la misión de dar a conocer el evangelio. Se trata de descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios que se realiza en su Hijo. Sólo Jesús puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad. El Evangelio destaca a Isaías, por ser el profeta más importante en el anuncio de los tiempos mesiánicos. El precursor del Señor, San Juan Bautista, invita a los israelitas a preparase con la penitencia para la venida del Mesías. El Bautista señala la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Su dignidad particular consiste en que, mientras los demás Profetas habían anunciado a Cristo desde lejos, Juan Bautista lo señala ya con el dedo. Vio a Jesús que iba hacia él y dijo: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1,29). El bautismo del Precursor no era el Bautismo cristiano, sino un rito de penitencia, prefiguraba las disposiciones para recibir el Bautismo cristiano: fe en Jesucristo, y alejamiento voluntario del pecado. Por el bautismo de Juan sólo era lavado con agua el cuerpo. Por el Bautismo Cristiano, instituido por Jesucristo, se confiere la primera gracia santificante, por la que se perdona el pecado original, y también los pecados actuales, si los hay; remite toda la pena por ellos debida; imprime carácter de cristianos; nos hace hijos de Dios, miembros de la Iglesia y herederos de la Gloria, y nos habilita para recibir los demás sacramentos (Cat. I.C. nº263).

Como todas las realidades pertenecientes a la santificación de las almas, los efectos del Bautismo cristiano se atribuyen al Espíritu Santo. En el sacramento del Bautismo recibimos una vida nueva por el agua y el Espíritu Santo. Ahora bien, la santificación de las almas es obra común de las tres Personas Divinas.