El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su intervención en el 15 Congreso autonómico del PSOE celebrado en Palencia. | EUROPA PRESS/ ISA_SAIZ

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Leo en Homo Erectus, del gran Juan Eslava Galán, una cita de Matt Barry: «Dejar el sexo a las feministas es como irte de vacaciones y confiarle el perro a un taxidermista». Pues si los que presumen de feministas son políticos progres marxistas de dacha y chacha, la alternativa a la disecación es un comportamiento rijoso que avergonzaría a cualquier cavernícola.
Después de volver histérica a parte de la población del muy cachondo ruedo ibérico, donde algunos sexólogos opinan que se jode mucho, pero se folla poco (ya canta la copla popular: «Tantos huertos sin regar, / tanto nabo sin consuelo: /Cuando hay toreros no hay toros, / y cuando hay toros no hay toreros»); llegando a exigir la presencia de un notario que diera fe del consentimiento a la hora de encamarse, los escándalos sexuales crecen en las filas del siniestro espectro político, con unos agresores horrorosos, machos marxistas fervorosos de la erótica del poder (expresión del muy feo pero no comunista Henry Kissinger), abusadores que eran zorras predicando en el gallinero, adictos al dinero púbico, perdón, quiero decir público.

Ahora se comprende que hayan dejado a miles de violadores en la calle con una ley de cuyos fallos se avisó, de la cual el insomne yonqui del poder, Repelús Sánchez, es el primer responsable.
Si aplicasen lo mismo que pregonaban, ya habrían sido lapidados. La orgía de abusos también es de corrupción, por supuesto. Y nadie admite nada, ni denuncia nada, ni es responsable de nada, pero todos se dicen víctimas genéticas del heteropatriarcado capitalista y liberal. Cosas de su delirante dialéctica (diarrea verbal) y una hipocresía repulsiva cuyo objetivo es dictar la vida de los otros. Son progres muy primitivos.