Su propio nombre lo dice todo. Es la Autoridad Portuaria de Baleares (APB) y en sus dominios sólo ella manda y dispone. De nada sirve lo que opine el Consell de Formentera o el Consell d’Entitats o el sursuncorda. De hecho, el único Consejo del que se admite parecer es el de la mayoría del Consejo de Administración de la propia APB y si acaso el de Artal Mayans, que es el representante de Formentera en ese órgano, ya se ve con qué éxito. Al margen de estos, ningún otro. ¿Para qué?
No hay ni la menor intención de cambiar sus planes con respecto al puerto de la Savina, ni de atender la demanda de los representantes ciudadanos de Formentera, ni de los partidos políticos. A fin de cuentas, ¿quiénes se han creído que son Gent per Formentera, Sa Unió y PSOE para que la APB les haga caso? Vale que son todos los partidos políticos con representación en la Administración insular de la isla, pero ¿y qué? ¿Acaso alguien les ha preguntado? Dejen de meterse en lo que no les importa, que para eso ya está la APB, con su buen presidente, Javier Sanz Fernández (insigne presidente de un club náutico y verdugo de otro que no era el suyo), y su buen director, Toni Ginard (autor del proyecto de remodelación del paseo marítimo del puerto de Eivissa y de la remodelación del espacio puerto-ciudad en el puerto de la Savina), que, aunque están en Palma, ellos saben mejor que nadie lo que conviene a Formentera.
No pretendan venir ahora los vecinos de la Pitiusa del sur a decir lo que la APB tiene que hacer o dejar de hacer, que al margen de que nadie les ha dado vela en el entierro de su puerto, por más que sea la puerta de entrada y salida a su amado paraíso, qué sabrán ellos de licitar concursos, de espejos de agua, de remodelar edificios, de construir aparcamientos subterráneos, de comercios, restaurantes y terrazas y, en suma, de todos los millonarios secretos y misterios insondables que envuelven la gestión de un puerto como el de la Savina durante el próximo cuarto de centuria.
«ON SEMPRE»
Todos recordarán la histórica movilización de unos 1.200 formenterenses en la plaza de Sant Francesc Xavier en abril de 2016, exigiendo que no se moviese 700 metros la estación marítima de Ibiza. Si se celebró tan rotunda protesta por la ubicación de un edificio en el puerto de la isla vecina, ¿qué no se hará ahora, que se pretende entregar a una única empresa, todo el puerto de la Savina, con sus buenos negocios y sus buenos amarres, por 25 años?
Recuerdo la fachada de la iglesia, donde se descolgaron haciendo rapel ocho activistas portando las letras «on sempre», para imponer a la isla vecina dónde debía estar la estación marítima de los ferris a Formentera. Les terminaron haciendo caso, naturalmente, porque ya hemos visto que cuando los formenterenses deciden protestar, algo realmente raro e inaudito, son capaces hasta de convencer a los políticos para acordar una moción de censura para echar al mariscal Lorenzo Córdoba. Sospecho que ahora aquella protesta será una nimiedad comparada con la que tendrán que convocar para torcer la voluntad de la mallorquina APB y para evitar esta conspiración a cara alta contra el pueblo de Formentera.
NEGOCIOS
No se engañen que ya les puedo avanzar lo que sucederá, poco más o menos. En pocos días vendrá el ejecutor del Club Náutico de Ibiza, Javier Sanz, a poner paños calientes, a apretar cuatro manos y a dar palmadas en la espalda por doquier. Intentará convencerles de la bondad de los planes que tiene Palma para ellos, que es lo mejor que le ha sucedido a Formentera en su historia. Pero no se engañe nadie, que su destino está escrito. La APB no variará ni un milímetro, ni mucho menos detendrá por un instante, sus planes de negocio en Formentera, porque de esto hablamos, de negocio. El puerto de la Savina, como ustedes lo conocen, tiene los días contados. Quieran los habitantes de Formentera o no quieran. Salvo que se descuelguen, esta vez no ocho sino nueve escaladores por la fachada de la iglesia con unas letras que digan «com sempre». Y tengo mis dudas.
Pero realmente lo más grave e indignante de esta incipiente crisis política es constatar lo poco que se tiene en cuenta a la ciudadanía en un asunto de esta trascendencia. Y es que cuando hay millones de euros por medio, se diría que los ciudadanos y las instituciones democráticas estorban. Parece que todo está decidido y que las cosas hay que hacerlas, les guste o no les guste a los formenterenses. Aquí hablamos de negocios multimillonarios y el pueblo no pinta nada, que con la APB hemos topado
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