Un 6 de octubre de hace cuarenta años se emitía por primera vez, en La 1 de televisión española, La bola de cristal, pretendido programa infantil dirigido por Lolo Rico que, ambientado en la estética de la Movida y con un espíritu crítico, innovador e irreverente, amenizaba las mañanas de los sábados tratando a los niños como adultos capaces de reflexionar sobre temas complejos y de actualidad. Su cabecera, con la canción Abracadabra, compuesta por José María Cano e interpretada por Alaska, perdura en nuestra memoria junto a otros míticos temas como La bola de cristal, No se ría o Soy un Electroduende, compuestas por Santiago Auserón de Radio Futura. El programa, que marcó a toda una generación, invitaba a pensar, a imaginar y a leer con eslóganes como «yo solo no puedo, con amigos sí», «si no quieres ser como estos, lee» o el célebre «Tienes quince segundos para imaginar. Si no se te ha ocurrido nada, a lo mejor deberías ver menos la tele». Su emisión se articulaba a través de cuatro bloques bien definidos dirigidos a diversas franjas de edad. A los Electroduendes, que abrían la emisión, le seguía el Librovisor, con Alaska de gran protagonista junto a Miguel Ángel Valero, el Piraña de Verano Azul, sustituido posteriormente por Pedro Reyes y Pablo Carbonell. Tras estas dos secciones comenzaba la Banda Magnética, con la emisión de series como Embrujada, La pandilla o La familia Monster, finalizando el programa con la Cuarta Parte, protagonizada por Javier Gurruchaga.
De entre todos sus personajes destacaron los Electroduendes, un quinteto formado por la Bruja Truca, el Hada Video, Maese Cámara, Maese Sonoro y la estrella indiscutible del programa, la Bruja Avería, en su papel de villana que hacía explotar todo, a quien, como a Ángela Channing en Falcon Crest, le daba voz Matilde Conesa. Estos curiosos títeres, con su original rima e inconfundibles insultos velados, protagonizaron las más variadas críticas políticas y sociales, siendo el gobierno de Felipe González su principal objetivo, con Barriovaudios o Narciso Radar como personajes recurrentes. También se atacaba con especial sorna a Margaret Thatcher o Ronald Reagan, siendo constantes las referencias al capitalismo, a la explotación del obrero y a la lucha de clases. Conocido es el famoso sketch en el que la Bruja Avería se marca aquel monólogo de «Garfios, pilas y desechos, soy el derecho, velo porque todo esté bien hecho, los pobres duerman en catre y los ricos en lecho, unos vivan en palacios y otros no tengan techo. Defiendo los derechos individuales, o lo que es lo mismo, a los grandes capitales. Protejo la iniciativa privada, es decir, que unos lo tengan todo y otros no tengan nada». Verán que hay cosas que no pasan nunca de moda.
Pero lo que durante los primeros años de emisión se convirtió en un campo libre de pensamiento y expresión con José María Calviño en la dirección de televisión española, dio paso a la aparición de voces que cuestionaban que se tratara de un programa adecuado para el público infantil, en el que se vertían duras críticas, ferozmente satíricas y de corte comunista, sobre la política que estaba desarrollando el PSOE en sus primeros años de legislatura en claro perjuicio de la clase trabajadora que conformaba su principal votante. Referencias como «Por Orticón, Saticón y Vidicón, nadie sabe cómo detener la inflación», «Ponen mucho esmero los banqueros y los pobres sufren serios quebraderos», «soy un proletario, no me pagan mi salario, pero soy reaccionario» o «yo estaba harta de que mi marido me explotara y quise que me explotara alguien más y, por eso, busqué un empresario», encendieron las alarmas en las altas instancias. Fue Pilar Miró quién en 1988, siendo la nueva directora de televisión española y dada su declarada condición de incondicional fan de Felipe González, llevó a cabo una labor de censura del contenido del programa que precipitó el final de su emisión. Como imaginarán, a Pilar le venía que ni al pelo la típica frase de la Bruja Avería de «Que mala, pero que mala soy», porque lo que siguió a La bola de cristal fueron programas como A medio día alegría, de Leticia Sabater, o Xuxa Park, con la brasileña Xuxa, que supusieron una evidente involución cultural de la que todavía se están recuperando aquellos niños, hoy ya treintañeros, interesados muchos de ellos exclusivamente en las celebrities y los realities o, simplemente, en hacerse fotos para aparentar una vida de cartón piedra en Instagram.
Ya saben aquello de que «quien olvida la historia está condenado a repetirla», aunque ahora se quiera disimular bajo la dulce denominación de Plan de Acción por la Democracia, pantomima que en realidad lo que trata es de acallar las voces críticas o discrepantes encasilladas bajo la autodenominada máquina del fango, lo mismo que ya aconteciera en su día con La bola de cristal. El control de la información, junto a la judicatura, es ahora el nuevo tablero en el que el poderoso libra su particular batalla. La consigna es perseguir y censurar sin hacer prisioneros. Linchar a los medios de comunicación críticos bajo la apariencia de una pretendida voluntad de control de bulos con el loable propósito de procurar una información veraz y de calidad. Se les olvida decir que también interesada, claro. Porque lo que realmente se pretende es que la supuesta moral impuesta por unos como verdad absoluta prevalezca sobre la libre reflexión y expresión de los demás. Que nos conformemos con aceptar el pensamiento dominante sin cuestionar su realidad, dejándonos llevar por la corriente de lo que tan solo unos han considerado como lo correcto. Ya ven, pensar está sobrevalorado, so pena de escarnio público o sanción. Y lo peor es que aún hay quien se cree esta milonga sin caer en la cuenta de que el poder no te protege de las amenazas, sino que la amenaza, por lo general, suele ser el propio poder. No queda nada ya de aquel «Desenseñar a desaprender cómo se deshacen las cosas» que nos enseñó este icónico programa, ahora recuperado para su reposición, casual e irónicamente, por la televisión pública.
Y es que al final tengo la sensación de que a los «meapilas» de los gobernantes «les importa un vatio», como decían los Electroduendes, que lleguen a diario a nuestras costas centenares de emigrantes por una política migratoria inexistente o que proliferen como setas los asentamientos chabolistas en todos los Can algo de la isla debido a una también inexistente política en materia de vivienda. Recuerden que, como decía la Bruja, «Soy Avería, y aspiro a una alcaldía». Pues eso, que les parece más «de pila máster» contratar a Broncano por un pastón para llevar a cabo La revuelta y hacer sombra a otros pseudo medios de comunicación considerados fuentes de desinformación, que resolver los problemas diarios y reales de los ciudadanos. Menos mal que todavía quedan en nuestra sociedad disidentes pensantes que, como la Bruja Avería entonando su famoso «viva el mal, viva el capital», defienden la libertad y buscan la verdad frente a la tiranía imperante. Eso sí, que Dios les ampare.