Marga Prohens. | Europa Press - Isaac Buj

Prohens lo ha vuelto a hacer. Con un giro de timón tan inesperado como arriesgado, ha anunciado la subida de la ecotasa durante los meses fuertes de temporada y su supresión durante abril, mayo, septiembre y octubre. Esta medida que ha pillado por sorpresa al sector turístico no ha pasado desapercibida y ha desencadenado el lamento de los hoteleros que sienten que vuelve a castigarse a la oferta legal, en lugar de redoblar los esfuerzos para combatir el intrusismo. Lo mismo les ha sucedido a los socialistas de Iago Negueruela, que se quedan sin discurso. Con un ejecutivo del PP que abraza las tesis de la «contención» (decrecimiento) y que sube la ecotasa, al PSIB sólo le queda la memoria democrática y la ideología de género para sobrevivir argumentalmente.

Lo cierto es que la existencia de este gravamen no ha frenado el crecimiento turístico, lo cual contrasta con el mensaje apocalíptico de algunas voces serviles de representantes hoteleros. Pero para ser justos, cabe decir que el uso real que se ha dado a la recaudación del impuesto difiere fuertemente de su naturaleza y objetivos. Se nos vendió como un impuesto para capear el impacto negativo del turismo de masas sobre el medio ambiente y ha acabado financiado campos de fútbol, obras, infraestructuras, paseos marítimos… Conclusión: es una fuente de ingresos importante para las arcas públicas que no merma la economía pujante del sector turístico, pero debe orientarse a los proyectos para los que nació.

Financiar la cuarta desaladora, mejorar la red de distribución para evitar fugas, mejorar las depuradoras para que no salinicen nuestros acuíferos o evitar los innumerables vertidos al mar de los cuales el Govern es el único responsable son fines con los que los hoteleros seguro que comulgarían gustosos.