Rafa Ruiz. | Moisés Copa

Nos levantamos este miércoles con la noticia de que la Fiscalía pide nada menos que tres años de prisión para el exalcalde de Ibiza, el socialista Rafa Ruiz, por el caso Puertos. Habrá quien diga que no merece la imputación ni la petición de condena porque su intervención en el asunto del Club Náutico de Ibiza no parece que fuera malintencionada. Pero la realidad es la que es: la jueza instructora encuentra indicios y el fiscal no cree que sea totalmente inocente. Así que no seré yo quien contradiga a la Justicia.

Dicho esto, y al margen de mi particular visión del caso Puertos, creo que Ruiz tiene una ocasión de oro para demostrar que es honesto. Y la única manera de hacerlo es adelantarse a lo que indica el Código Ético de su propio partido en situaciones como la suya. Si se abre juicio oral contra él, este documento asegura que deberá dimitir y que, de no hacerlo, será el partido el que le suspenda cautelarmente de militancia y lo expulse. Antes de llegar a eso, lo suyo sería que cogiera el portante y se largara.

Si Ruiz dimitiera, no solo demostraría cierta honestidad en su ejercicio de la política sino que, además, facilitaría mucho la renovación de la que tanto gusta hablar a los políticos pero poco se practica. Es evidente que el hoy jefe de la oposición en Vila se ha convertido en un problema para cualquier socialista medianamente normal, que los hay. Sus salidas de tono en los plenos, su soberbia y su más que cuestionable gestión son suficientes como para que el partido lo saque de la primera fila.

Si es listo, Ruiz seguro que hoy sí lee los medios y la calle y no se deja llevar por lamebotas a sueldo. Él sabe mejor que nadie que su tiempo ya ha acabado.