Imagen de archivo del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, durante un encuentro en China. | Europa Press - Contacto/Pu Xiaoxu

Presume Sánchez de tener un Gobierno honrado. Si él es ahora mismo presidente del Gobierno de España es porque se ha convertido en un corrupto integral, pues no hay mayor acto de corrupción que comprar la investidura a cambio de una Ley de Amnistía dictada por los delincuentes a los que se piensa amnistiar y negociada en el extranjero con un «mediador». El secretario general ha cruzado todos los límites que él mismo se había impuesto, sin ningún escrúpulo. Pero lo peor de todo es que presume de honestidad, cuando los indicios de corrupción personal y de su entorno son clamorosas y abrumadoras. Pretende anularlas imponiendo el silencio y acusando a los medios que informan sobre los negocios de su esposa y su hermano, de ser pseudomedios que propagan bulos. Ardo en deseos de que Informe Semanal dedique un programa a la captadora de fondos Begoña, pero no caerá esa breva. Mientras tanto, Sánchez advierte en el Comité Confederal que continuará en el Gobierno con o sin el concurso del Poder Legislativo. Se refiere al Congreso, porque ya sabemos que el Senado lo desprecia por completo porque allí tiene mayoría absoluta el PP. Colonizadas las instituciones hasta el punto de situar a un ministro en el Banco de España, Sánchez es un trilero que ya no engaña a nadie. Todos los anuncios que ha estado haciendo estos días atrás no tienen posibilidad alguna de ver la luz porque, para eso, necesita el voto a favor de la menestra de partidos que sólo aspiran a sacarle los ojos y comérselos con puré de patatas. Y eso incluye al exministro socialista José Luis Ábalos, que viajó con su amiga Jesica de acompañante en varios viajes oficiales. Todo muy honrado, como se puede comprobar. Lo malo de todo esto es que la podredumbre en el PSOE es ya irrespirable; pero ellos no se dan ni cuenta. Eso explica por qué van de capa caída en las encuestas.