La opinión pública marca no sólo la agenda política, sino que influye en la evolución del ideario de los políticos. Hemos escuchado a Pedro Sánchez su deseo de abrir las puertas a miles de inmigrantes y al día siguiente proponer su deportación. Sus acólitos le aplauden igual porque no son mentiras, sino «cambios de opinión».
En el caso de Baleares, ante la masificación estrangula nuestras islas y tiene patas arriba el mercado de la vivienda y las condiciones de los trabajadores, el PP ha pasado de alimentar el crecimiento turístico a abrazar sin contemplaciones la «contención» (eufemismo bien encontrado de decrecimiento).
En Ibiza, la primera vez que Vicent Marí ganó las elecciones al Consell de 2019 fue gracias a la funesta modificación del PTI que hizo el gobierno del defenestrado expresidente Vicent Torres a diez días de las elecciones. Su promesa de «derogar» dicha modificación llevó a Marí al bastón de mando. Este aspecto está parcialmente cumplido con una aprobación inicial de la modificación puntual n°2 del PTI que requerirá de mayores cambios legales en el Parlament para satisfacer al campo ibicenco que aupó al de Santa Eulària hasta la quinta planta del Consell.
Ahora el tema que preocupa y que debe ocupar a los políticos con competencias para ello es la gestión del ciclo del agua. El Consell tiene el deber de liderar esta lucha frente al Govern, de la mano de las entidades y asociaciones que han nacido a raíz de la dramática situación de nuestros acuíferos y conseguir agilizar los trámites para una cuarta desaladora e implementar medidas de control y contención del consumo de agua en hoteles y villas. Debemos desalar y reutilizar más agua, optimizar nuestras infraestructuras hídricas y, con ello, garantizar la salud de nuestros acuíferos.
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